La Universidad no es de nadie, porque pertenece a todos
Edición Impresa | 6 de Mayo de 2025 | 01:28

El episodio que se registró jornadas atrás en dependencias de Universidad Nacional de La Plata -y que volvió a reiterarse ayer- cuando medio centenar de militantes de agrupaciones estudiantiles de la facultad de Humanidades, al grito de “fuera, fachos”, insultó, empujó e impidió el ingreso a tres jóvenes militantes de La Libertad Avanza (LLA), el partido del gobierno del presidente Javier Milei, dejó a la vista muestras de intolerancia que no deberían reiterarse y que son inadmisibles en ese ámbito académico.
Los incidentes -de la semana pasada y de la víspera- ocurrieron en el edificio de la mencionasa unidad de estudios, ubicado en 122 y 50. Debe insistirse en que el hecho ocurrió en lo que debiera ser considerado un espacio de reflexión e intercambio de conocimiento.
Es decir en un lugar que sólo encuentra razón de ser si se respeta la diversidad de criterios, tanto académicos como ideológicos.
Paradójicamente, el eje de este alejamiento a los principios que rigen la convivencia académica y democrática ganó terreno hace años en la facultad de Periodismo, con docentes expulsados por cuestiones ideológicas entre otras anomalías relacionadas al imperio del pensamiento único.
Junto con ello debe ponerse el foco la falta de reacción de las autoridades de la Universidad Nacional de La Plata y de la facultad de Humanidades para garantizar la libre expresión en sus espacios y para condenar estas nuevas muestras de intolerancia, una más en un inventario nutrido de episodios similares en los últimos años.
Esta claro que en toda Universidad deben verse respetados los disensos ideológicos, que conciernen a la construcción de la mayor convivencia democrática.
Filósofos y pensadores insisten en que la elaboración del conocimiento científico debe fundarse a partir del diálogo.
Y sólo en una libre confrontación de ideas, de hipótesis y de concepciones antagónicas –no en adhesiones de fe- puede avanzar el conocimiento humano.
En el caso ocurrido en Humanidades, como sucede en otras unidades académicas, se instalan en los pasillos las mesas de difusión de las distintas agrupaciones estudiantiles existentes. ¿Quién decide y sobre qué bases que una nueva agrupación no tiene derecho a instalar su puesto?
Los jóvenes que gritaron “fachos”, actuaron, paradójicamente, como integrantes de una facción que pretende establecer un pensamiento autoritario, es decir el no camino al conocimiento y, mucho menos, al de la libertad de ideas. Toda inquisición es un paso atrás.
Quienes actuaron como supuestos defensores de la Universidad, quienes se creyeron con derechos para rechazar el ingreso de estudiantes que puedan pensar distinto, en realidad atacaron a fondo los principios de la Reforma que convirtieron a toda Universidad pública argentina en un baluarte del libre pensamiento.
Esos mismos estudiantes, habrán supuesto que son dueños en este caso de la UNLP y que pueden discriminar quién está en condiciones de entrar y quién no debe ser admitido.
Estos criterios corresponden a comportamientos facciosos, privados de la integridad académica e ideológica que debe caracterizar a toda Universidad pública bien plantada.
Lo que debiera entenderse es que la Universidad pública no tiene dueño... Que la Universidad no es de nadie, porque es de todos. Mal que pueda pesar, la libertad ideológica y académica son la razón de ser y de existir de la UNLP.
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