¿Te lo limpio, maestro?: ¡como si fuera poco, existe el Mundial de Limpiavidrios!

El Window Cleaning World Cup es un campeonato mundial que celebra una habilidad poco reconocida pero sorprendentemente técnica: la limpieza de ventanas. Este evento reúne a los mejores profesionales del mundo en el ExCeL de Londres -donde se realiza la Feria de Limpiezo- en una competencia que premia la velocidad, la precisión y la técnica. Los participantes deben limpiar una ventana de tamaño estándar lo más rápido posible, sin dejar rayas ni manchas, bajo estricta supervisión de jueces que evalúan la calidad del trabajo y penalizan cualquier descuido.

Lejos de ser un simple espectáculo, este torneo destaca el oficio del limpiavidrios como una profesión que requiere destreza, coordinación y experiencia. Los campeones son verdaderos atletas del vidrio, con movimientos que parecen coreografiados, usando herramientas diseñadas al milímetro para optimizar cada pasada. Lo que para muchos es una tarea cotidiana, en este campeonato se convierte en arte.

Profesionales de la limpieza de todo el mundo demostrarán su velocidad, habilidad y precisión por un premio en efectivo de 1.000 libras esterlinas (unos 1333,62 dólares). Cada concursante limpiará tres ventanas, cada una con un panel de vidrio de 45" x 45" (1143 mm x 1143 mm) dentro del marco.  El actual campeón mundial de limpieza de ventanas, Terry “Turbo” Burrows (69 años), que ostenta el récord de limpieza más rápido de 9,16 segundos durante 29 años, buscará mantener su título.

En 2024, la hija de Terry, Aliscia Burrows, registró un tiempo de 16,13 segundos, superando el récord anterior por solo 0,15 segundos, para ser coronada como la nueva poseedora del récord mundial de limpieza de ventanas femenina. Y en Estados Unidos se da lo suyo: Frank Lauret es el referente de la Asociación Internacional de Limpieza de Ventanas -13 veces campeón-.

Para competir les dan una escobilla de goma estándar de 12” o 300 mm con mango fijo; un aplicador estándar de 14” o 350 mm (T.Bar) con mango fijo ; una cubierta de aplicador estándar de 14”; un cubo de agua con capacidad de 9 litros; un litro de detergente neutro para limpieza de ventanas; y una malla de un metro cuadrado.

Los de acá, con la presión del tránsito

Aunque a kilómetros del glamour de un campeonato mundial, en las esquinas de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba o La Plata se libra cada día una competencia silenciosa y real: la de los limpiavidrios callejeros, esos personajes que, con un balde, una escobilla y un par de movimientos rápidos, buscan ganarse "el mango" mientras el semáforo está en rojo.

Muchos los ven con indiferencia o molestia, pero si uno se detiene a observar, descubrirá que algunos tienen una coordinación y destreza que bien podría darles un lugar en el Window Cleaning World Cup. En apenas segundos limpian parabrisas completos, esquivan el tráfico, leen las señales del conductor y lo hacen con una eficiencia aprendida a pulmón, en la escuela del rebusque.

Mientras en Europa se reparten medallas por técnica y velocidad, acá se ganan el día a día con ingenio, reflejos y una voluntad inquebrantable. Porque al final, ya sea con aplausos o con monedas, limpiar vidrios también puede ser una forma de supervivencia, una coreografía urbana que muchos repiten con la esperanza de que el próximo auto les deje algo más que una mirada.

 

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