Los enigmas del color y la memoria
Edición Impresa | 15 de Junio de 2025 | 03:43

Por las calles adoquinadas de un Buenos Aires de 1910 que ya no existe, un joven periodista camina entre fantasmas del pasado, impulsado por una misión tan literaria como existencial: resolver un misterio que comienza con un secuestro y desemboca en zonas más turbias del alma. Así podría resumirse el punto de partida de La oscuridad de los colores, una de las obras más fascinantes y singulares de la literatura juvenil argentina reciente. Su autor, Martín Blasco, se ha consolidado con esta novela como una de las voces más originales del género, combinando la tensión del relato policial, la profundidad de la alegoría y la textura oscura del sueño.
Publicado originalmente por Editorial Norma en 2014, y reeditado luego por el Ministerio de Educación de la Nación para el Plan Nacional de Lecturas, La oscuridad de los colores se impuso rápidamente como un fenómeno dentro y fuera del país. La novela recibió el Premio al Libro Mejor Editado en Argentina y, ya traducida al francés y al inglés, fue distinguida en Europa con el Prix Farniente en 2019. Pero más allá de los galardones y las cifras de edición, lo que vuelve inolvidable a esta historia es su rara capacidad para mezclar historia, melancolía y una dimensión simbólica inquietante.
El protagonista es Alejandro, hijo de inmigrantes judíos, aprendiz de periodista, joven atento a los movimientos sociales que cruzaban la efervescencia del centenario patrio. Pero la investigación que le asigna su jefe en el diario —la reaparición de una mujer que había sido secuestrada cuando era apenas una beba, en una noche en que también desaparecieron otros cuatro niños— lo obligará a ir más allá de los métodos racionales del periodismo de investigación. En el corazón de la trama no solo hay desapariciones: hay una identidad fragmentada, una amnesia que funciona como signo de época, y un universo simbólico que remite tanto a lo que se oculta como a lo que se impone con fuerza siniestro. El título, entonces, no es metafórico: la novela gira en torno al lenguaje de los colores como forma de comunicación oculta, como herramienta de manipulación, como código secreto de un poder que actúa en las sombras.
La narración avanza con precisión, con una prosa medida, donde cada detalle —desde los ambientes cargados hasta los sueños inquietantes del protagonista— funciona como una pista. El lector es invitado a jugar, pero también a reflexionar. Hay algo de pesadilla orwelliana en esta historia, pero también ecos de la historia reciente de Argentina, que la convierten en un texto con múltiples capas de lectura. No es extraño que haya sido incluido en planes escolares, pero al mismo tiempo sigue siendo un libro que interpela a cualquier edad.
La mente detrás de esta complejidad narrativa es la de Martín Blasco, un escritor que ha transitado múltiples caminos antes de consagrarse en el ámbito literario. Nacido en 1976 en Villa Tesei, criado entre San Telmo y Santiago de Chile, Blasco estudió música y cine, y trabajó como guionista y productor en canales como Canal 13, Telefe, Canal 9, Canal 7 y Encuentro. Entre sus trabajos más destacados figura la adaptación televisiva de Los siete locos, de Roberto Arlt, dirigida por Ricardo Piglia. Su mirada narrativa se alimenta de esas diversas experiencias: el oído musical, la estructura cinematográfica, la tensión dramática de los buenos guiones, todo se conjuga en su literatura.
A lo largo de su carrera ha publicado más de veinte títulos para niños y jóvenes. Desde los más lúdicos y humorísticos como El desafío del caracol hasta novelas más complejas como La senda del contrario, Blasco ha construido una obra coherente, en la que se respira una preocupación constante por la imaginación, la identidad, el lenguaje y los mecanismos de poder. En 2024, recibió el Premio Konex por su trayectoria en literatura infantil y juvenil, un reconocimiento que lo coloca definitivamente en el mapa mayor de las letras argentinas.
Editorial: Zona Libre
Páginas: 248
Precio: $20.000
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