Crece la morosidad: en tarjetas, préstamos y cheques

Según un informe del Banco Central, alcanzó niveles récord en el mes de marzo. Lo atribuyen a la caída del poder adquisitivo. Impacto en la cadena de pagos

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Por primera vez en años, tres indicadores sensibles del sistema financiero argentino -tarjetas de crédito, préstamos personales y cheques- mostraron en marzo niveles de morosidad récord. Así lo señala el último informe del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que refleja una creciente presión sobre los hogares y las empresas para sostener sus compromisos de pago.

La situación se inscribe en un contexto de caída generalizada del consumo y pérdida del poder adquisitivo, lo que complica el cumplimiento de las obligaciones mensuales y pone en alerta al sistema bancario.

Tarjetas de crédito: aumento sostenido de atrasos

La morosidad en tarjetas de crédito subió al 2,8% en marzo, lo que representa el punto más alto de los últimos tres años. Este dato refleja el creciente peso que adquieren las deudas de consumo en los presupuestos familiares, especialmente en un escenario de inflación persistente y salarios reales en retroceso.

Según destacan analistas del sector, muchas familias priorizan el gasto en alimentos, servicios y alquileres, por lo que relegan el pago del resumen de la tarjeta de crédito. La consecuencia es un aumento de los saldos impagos, lo que a su vez deriva en mayores intereses y nuevas dificultades para regularizar la situación.

Además, algunas entidades ya comenzaron a reducir los límites de financiamiento o a endurecer sus condiciones para nuevos consumos en cuotas.

Préstamos personales: crece la deuda, cae el cumplimiento

En lo que respecta a los préstamos personales, la tasa de morosidad superó el 4%, el registro más elevado en los últimos nueve meses. Este dato preocupa por la velocidad con la que crece el endeudamiento y por el deterioro en la capacidad de repago de los hogares.

De hecho, el volumen total de créditos personales tuvo un crecimiento interanual del 204%, al pasar de $2,01 billones a $10,7 billones. Este salto no se explica por una mejora del consumo, sino por una mayor necesidad de financiamiento para cubrir gastos corrientes.

Especialistas advierten que este fenómeno es especialmente riesgoso en el caso de entidades no bancarias, como financieras o plataformas digitales, que otorgan préstamos a tasas mucho más altas y a sectores más vulnerables. En este contexto, varios bancos evalúan endurecer sus requisitos para evitar un aumento de la cartera incobrable.

Cheques rechazados: el peor dato en cinco años

El segmento empresarial también muestra señales de deterioro. La cantidad de cheques rechazados en marzo alcanzó el 3% del total emitido, el valor más alto en los últimos cinco años. En términos absolutos, se rechazaron más de 64.000 cheques, con una tasa del 1,3% sobre los cheques compensados.

El dato es aún más alarmante si se analizan las variaciones interanuales: los cheques rechazados aumentaron un 91,7% respecto al mismo mes del año pasado, mientras que los rechazos por falta de fondos se dispararon un 221,9%. El salto mensual también fue significativo: 11,2% más que en febrero.

Este fenómeno no solo refleja problemas de liquidez en las empresas, sino también un efecto en cadena que compromete la confianza en las operaciones comerciales. En muchos casos, una empresa que no cobra a tiempo un cheque tiene dificultades para cumplir con sus propios compromisos.

El sistema financiero, en alerta por la mora

La acumulación de atrasos en los pagos comienza a generar tensiones en el sistema bancario. Gastón Rossi, director del Banco Ciudad, reconoció que el cobro de créditos “se está volviendo más difícil”, tanto en el segmento de consumo como en el empresarial.

Según datos del BCRA, los cargos por morosidad que aplican los bancos -es decir, los costos financieros derivados de los impagos- alcanzaron en marzo su punto máximo en cinco años, medidos como porcentaje de los activos totales.

Este contexto obliga a las entidades financieras a revisar sus estrategias: muchas ajustan sus tasas, exigen mayores garantías o directamente reducen el volumen de préstamos. Al mismo tiempo, se intensifican las campañas de cobranzas y la reestructuración de deudas.

Entre la inflación y el sobreendeudamiento

La suba de la morosidad pone en evidencia una dinámica preocupante: mientras más personas recurren al crédito para llegar a fin de mes, más difícil se vuelve cumplir con las obligaciones adquiridas.

El sobreendeudamiento se convierte así en un círculo vicioso: quienes postergan pagos enfrentan intereses crecientes, deterioran su historial crediticio y tienen menos acceso a nuevas líneas de financiamiento.

En este contexto, el sistema financiero enfrenta un delicado equilibrio entre sostener la actividad crediticia y contener los riesgos de incobrabilidad. El panorama hacia los próximos meses dependerá, en gran medida, de la evolución de los ingresos reales, la inflación y la política monetaria.

 

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