Se le hizo costumbre jugar mal y muchos creen que se trata de un ciclo cumplido

En plena llegada y salida de jugadores, Domínguez luce desbordado por la situación y perdió demasiado crédito con hinchas muy enojados

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Por MARTIN MENDINUETA

@firmamendinueta

¿Llegará Eduardo Domínguez a dirigir a Estudiantes en los cruces con Cerro Porteño por la Libertadores?

La pregunta brota naturalmente debido a lo mal que está su equipo. Anoche, se lo observó totalmente extraviado. Sólo Fernando Muslera pudo gambetear la crítica ácida. El resto fue un espanto y el entrenador lo percibió muy temprano; antes que todos.

Unión empezó a doblarle el brazo a los 19 segundos, cuando Fragapane estrelló su remate en el palo derecho. Y, a partir de allí, lo dominó psicológicamente de un modo atroz. Desnudo de frescura, vacío de creación, paupérrimo en la marca y “derrotado” incluso cuando empataba sin goles, Estudiantes fue una triste sombra del gran equipo que supo ser.

Al equipo de Estudiantes lo están destruyendo. ¿Quiénes? Los que toman decisiones. Gobernado por caprichos y provocando el miedo más profundo, todos intuían que esto iba de mal en peor, pero fueron pocos lo que se atrevieron a confesárselo a algún amigo. Todo empezó con la irrupción de un tal Foster. Allí apareció la primera grieta. Y el mismo devenir de un proceso cargado de oscuros silencios derivo acá, en la orilla del agrio desencanto.

Domínguez, que también ha cometido gruesos errores (quizás el más grave fue haber tirado una “bomba” discursiva que jamás aclaró como correspondía) está muy cerca de irse. Lo siente de un modo inequívoco.

 

González Pírez no debutó bien. Fue el culpable del gol de Martínez y se sumó a un fondo inseguro

 

Así, como lo hizo en Santa Fe o en Florencio Varela ante Aldosivi, Estudiantes no puede jugar. Su riquísima historia se lo prohibe. La hinchada, que siempre le responde, está tan indignada como sorprendida. ¿Adónde fue a parar aquel equipo “jodido” para cualquiera que se le pusiera enfrente?

LA ETAPA INICIAL MOSTRÓ AL LEÓN EN UNA PRODUCCIÓN ESPANTOSA

Pareció mentira ver jugar tan mal a uno de los dieciseis equipos clasificados para disputar, pronto, los octavos de final de la Copa Libertadores de América.

Sin brújula, marca ni creación en el mediocampo, el equipo de Eduardo Domínguez se desmoronó permanentemente poniendo varias veces en jaque el arco defendido por Muslera.

A los veinte segundos de juego, Fragapane dejó temblando con su remate de media vuelta el palo derecho del uruguayo. Estudiantes, lento y sin rebeldía, sólo atinó a observar con impotencia las constantes proyecciones de los locales por ambas bandas.

Ausentes Tiago Palacios, Farías y Carrillo, y Ascacibar estacionado en un nivel personal extrañamente bajo, Unión hizo casi todo lo que pretendió en la franja central. Gonzalo Piovi fue otro de los que redondearon un capítulo para el olvido.

MODIFICACIONES QUE NO PUDIERON CAMBIAR EL RUMBO EXTRAVIADO

Los ingresos de Medina, Cetré, Alario y Arzamendia sacudieron la planilla, pero lejos quedaron de torcer la firme dirección que lo condujo hacia el duro golpe.

Unión lo venció con poco: ganas, enjundia, presión generosa para recuperar el balón y gran movilidad de todos sus hombres. Esa receta común le sirvió para llevarse todo lo que había en juego.

El León vive días muy bravos. Puertas hacia adentro no está todo bien y eso se traslada, inevitablemente, al campo de juego. Se esperan novedades.

 

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