Los indicadores que la Justicia muchas veces no detecta a tiempo

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Diversos estudios coinciden en una serie de indicadores que se repiten en las denuncias de abuso sexual infantil presuntamente falsas, sin que esto implique desestimar de antemano ninguna acusación. Por eso la Justicia debe actuar con diligencia, pero también con objetividad.

Entre esos “llamadores de atención” se destacan la aparición de una lluvia de presentaciones en contextos de disputa familiar o de custodia; relatos inducidos o incoherentes del menor; ausencia de factores médicos o psicológicos compatibles; rechazo categórico del menor hacia el progenitor acusado, sin motivos previos claros y hasta cambios repentinos en las declaraciones.

Tanto Alfredo Gascón como Miguel Molina, representantes letrados de los hermanos Acuña, mencionaron que en la instrucción de la causa, como en el propio debate oral, la falsa denuncia quedó expuesta. Y sin embargo, “escuchamos un primer fallo sorprendente. El juez tomó la pericia de parte para fundar su decisión, porque la perito oficial no encontró nada compatible con lo que se había expuesto”.

“Mi hermano nunca estuvo al cuidado de P”, dijo Leopoldo, convencido de que su expareja lo denunció porque conocía de su sensibilidad y porque la nena lo quería mucho. “Es el más vulnerable de la familia, ella apuntó ahí para generar daño”, indicó.

Las denuncias siguieron. También la campaña de desprestigio público y social, una difamación en las redes sociales. “Si yo no fuera de La Plata, me tendría que haber ido de la Ciudad”, contó en la charla con EL DIA.

Como en medio de esas acusaciones, llegó una orden de restricción perimetral, Leopoldo finalmente fue apartado del contacto con P. El objetivo estaba logrado. Pero faltaba el otro: la condena por abuso, que también llegó. Claro que los defensores no desistieron de plantear lo que creían justo y lograron conmover con su petición a los jueces de Casación.

Leopoldo aseguró que “tengo contacto con otras personas en mi misma situación. Dejan de vivir. Cuando puedan volver a ver a sus hijos, van a estar devastados psicológica y materialmente. Por suerte yo tengo una red de contención, familia, amigos. Pero esto me generó una gastroduodenopatía crónica, tomo antidepresivos y estoy con tratamiento psicólogo”.

Ahora el caso estaría en la instancia recursiva de la Suprema Corte, con la impugnación fiscal, ya que el que interpuso el particular damnificado quedó sin efecto.

“Ella ha tenido 6 o 7 abogados en familia y otros tantos en sede penal. Otro indicio de que, cuando no le sirven, los corre”, concluyó Leopoldo.

 

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