VIDEO. Canarios de oro: se cumplen 30 años del histórico campeonato de La Plata Rugby Club
| 12 de Agosto de 2025 | 09:25

El 12 de agosto de 1995, la Ciudad amaneció con el corazón latiendo al ritmo de un partido de rugby. Esa tarde, en Gonnet, La Plata Rugby Club se consagró campeón del Torneo de la Unión Argentina de Rugby (UAR) tras vencer a Olivos por un contundente 51-17, a falta de una fecha para el final.
En ese momento, el fútbol platense -con Estudiantes volviendo de la B y Gimnasia peleando campeonato, como grandes protagonistas- cedió el centro de la escena a una camiseta amarilla que brillaba como nunca. El “Canario” se convirtió en el orgullo de una ciudad que, por varias semanas, dejó de pensar en goles para hablar de tries, scrums y tackles.
Fundado en 1934, con la sede actual afirmada sobre los '70, La Plata Rugby había alternado durante décadas entre Primera y Segunda División. En 1989 logró el ascenso y la permanencia en la élite, pero aún estaba lejos de imaginar que seis años después rompería con la hegemonía de clubes como CASI, SIC, CUBA, Belgrano, BSAS Cricket y Alumni.
A principios de los 90, una idea comenzó a transformar al equipo. Gonzalo Albarracín, entrenador de aquel plantel, recordaba que el francés Caillaud “nos metió en la cabeza evitar el choque frontal de forwards contra forwards y sumar a los delanteros en el juego abierto”. Esa innovación, sumada al aporte de jugadores formados en el club y figuras de peso como Guillermo Angaut, Julián Manuele o Germán Llanes, empezó a forjar un equipo temible.
El viaje que forjó un campeón
La pretemporada de 1995 tuvo una parada clave: una gira por las Islas Británicas, Francia y España. Fue más que una serie de amistosos: sirvió para pulir un grupo unido, con hambre de gloria y con un compromiso inquebrantable.
En el regreso, el equipo arrasó en el torneo: 15 victorias en 17 partidos, 514 puntos a favor (un promedio de 30 por encuentro) y un triunfo clásico sobre Los Tilos por 35-0 que todavía se recuerda. La coronación llegó en casa, con una marea amarilla en las tribunas y una ciudad pendiente del silbato final de Pablo Deluca.
El título de 1995 tuvo un valor extra: fue el último campeonato organizado por la UAR antes de la creación de la Unión de Rugby de Buenos Aires. Desde entonces, ningún otro club de la ciudad ha logrado repetirlo, lo que lo convierte en una joya única en la historia del deporte local.
El festejo fue tan popular como cualquier título futbolero. Hubo caravanas, banderas vendidas en la calle, un salto masivo a la pileta del club, una peregrinación a la Catedral y una fiesta que tuvo a la banda Virus poniendo música con un himno improvisado: “Hay que sacar a La Plata campeón”.
No era sólo la alegría por un logro deportivo. Era un desahogo colectivo en una ciudad donde el rugby había sido golpeado duramente durante la dictadura. Ese título se vivió como una reivindicación para una comunidad ovalada que llevaba más de seis décadas soñando con un momento así.
El equipo que escribió la historia
El plantel campeón de 1995 estuvo integrado por Federico Alegre, Alberto Angaut, Alejandro Angaut, Guillermo Angaut, Federico Boffi, Federico Brea, Julio Brolese, Painé Calandra, Nicolás Caro, Agustín Carrara, Juan Pedro Chávez, Alberto Dacal, Martín Festa, Pablo García Munitis, Marcial Gomila, Santiago Kraiselburd, Germán Llanes, Diego Marchán, Julián Manuele, Cristian Mendy, Esteban Meneses, Martín Oriozabala, Mauricio Pellicena, Leandro Porreca, Guillermo Pujol, Sebastián Rondinelli, José Ignacio Saulnier, Federico Sica y Matías Zucceri.
El equipo fue dirigido por Gonzalo Albarracín y Gabriel Domínguez, con Jorge Cafasso como presidente.
Un título que abrió caminos
Ese 1995 no terminó con la vuelta olímpica en Gonnet. La Plata Rugby llegó a la final del Torneo Nacional de Clubes, donde cayó ante CASI, y sumó experiencia para otros logros: la Copa Federal en 1998, el Nacional de Clubes en 2007 y la Copa Buenos Aires en 2014. Además, dejó como legado un estilo de juego y una escuela de entrenadores que trascendió la ciudad, con referentes como Mario Barandiarán exportando el modelo platense a otras provincias.
Treinta años después, aquel 12 de agosto sigue vivo en la memoria de quienes lo vivieron. Fue la tarde en que La Plata se tiñó de amarillo, el día en que el rugby platense se subió a lo más alto y demostró que, en una ciudad donde el fútbol manda, también hay espacio para que una ovalada escriba una página dorada.
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