Lo mejor del Pincha fue la victoria en Paraguay, ya que ayer jugó muy flojo
Edición Impresa | 21 de Agosto de 2025 | 02:48

Por MARTIN MENDINUETA
Está donde quiere, pero sufrió demasiado y mucho más por su impericia que por los méritos del rival.
Jugó mal, tanto que terminó encerrado en su campo de manera innecesaria. Recién se sintió seguro cuando el árbitro venezolano pitó el final.
Preso de una irregularidad manifiesta, nunca se sabe qué versión entregará el equipo de Eduardo Domínguez. La de anoche fue precaria desde todo punto de análisis.
Ya instalado en la sala VIP a la que ingresan sólo los ocho mejores de la competencia, deberá repasar y corregir una parte mayoritaria de lo que hizo en su localía.
En materia de resultados Estudiantes ya redondeó una muy buena Copa Libertadores; clasificó primero en su grupo y ha llegado hasta los cuartos de final. Otro tema es el nivel de rendimiento en que lo encuentra esta posibilidad tan seductora.
Teniendo enfrente a un rival de inferior calidad, al que había derrotado en Asunción del Paraguay, el León fue anoche un equipo dubitativo, desnudo de seguridad, débil en la impronta ofensiva y responsable directo del temor que gobernó las sensaciones de sus hinchas.
¿Por qué generó sólo una situación clara de gol (el remate fallido de Alexis Castro en el segundo tiempo)? ¿Qué le pasa a Tiago Palacios para mostrarse nada desequilibrante? ¿Acaso ya está vendido al fútbol europeo? ¿Tan frágil advierte el DT a su equipo que volvió a implementar un sistema táctico con línea de cinco defensores para sostener la ventaja que tenía?
¿Cuál fue el motivo por el que Domínguez hizo ingresar a Cetré (lo necesitaba para descansar en su inventiva y desparpajo característicos) cuando se había consumido el tiempo reglamentario?
Impreciso, el León no pudo redondear una buena tarea en el primer capítulo y eso generó tensión
Estudiantes es capaz de cualquier cosa. Ese es el diagnóstico que mejor lo define. Puede ser bravo y antipático para cualquier oponente, puede impresionar por su voracidad ofensiva y, también, puede encoger su prestación hasta niveles muy peligrosos, instalando un marco de duda absolutamente genuino.
EL TRIUNFO EN ASUNCIÓN FUE SU RESPALDO. AYER CONTAGIÓ TEMOR
Sólo por la ventaja conseguida en tierra paraguaya, el primer tiempo no desparramó feas sensaciones, pero sí hubo un clima aplacado por pases mal dados y decisiones que no fueron las acertadas.
Estudiantes jugó sin incomodar a Cerro, lo dominó sin “agarrarlo del cuello”, sin hacerle sentir que no iba a tener escapatoria.
Los multitud, que abarrotó la escenografía de UNO, mantuvo la calma porque el huésped también mostró poco, menos de lo que debía por la adversidad resultadista de lo ocurrido en su localía. Pero el panorama desmejoró en el capítulo final, cuando Cerro perdió un poquito la timidez y, sólo mediante aproximaciones de baja calidad, generó nervios horribles.
La crónica de los defectos albirrojos se archivará en el último rincón de la memoria. Quedará tapada por la alegría de preparar la excursión a Brasil. Pasó el mejor de la serie, el que ganó un partido y lo hizo de visitante, el que tiene mejores individualidades y hasta una rica historia que lo abriga más que al resto.
El impostergable ejercicio de la autocrítica se hará puertas hacia adentro y allí sería de tontos engañarse.
Domínguez sabe que pasó la serie sin convencer y estará en él buscar las variantes que hagan a su equipo más previsible. La película sigue. El sueño está en pie. Sólo falta saber que versión mostrará la próxima vez.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE