Los efectos adversos que generan preocupación
Edición Impresa | 3 de Agosto de 2025 | 02:16

Lo que comenzó como una revolución farmacológica en el tratamiento de la diabetes tipo 2 se convirtió en un fenómeno social de adelgazamiento exprés. Conocido en Argentina bajo el nombre comercial de Dutide, el medicamento Ozempic —basado en semaglutida— se ganó un lugar privilegiado en el botiquín de quienes buscan adelgazar rápidamente sin dietas ni ejercicio. Pero a medida que crece su popularidad, también aumentan los reportes de efectos adversos, complicaciones médicas y hasta demandas judiciales en distintos países, lo que pone en entredicho la naturalización de su uso para fines estéticos.
Según datos recientes, solo en Estados Unidos se registraron más de 25.000 visitas a guardias de emergencia entre 2022 y 2023 por efectos secundarios asociados al uso de medicamentos como Ozempic y similares. Náuseas intensas, vómitos, diarrea persistente, estreñimiento severo y dolores abdominales son los síntomas más reportados. En casos más extremos, se notificaron obstrucciones intestinales y cuadros de íleo, una condición que impide el tránsito intestinal y puede derivar en internaciones de urgencia. De hecho, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos ya ha incorporado nuevas advertencias sobre estas complicaciones en las etiquetas del medicamento.
Los nutricionistas advierten que el uso de semaglutidas sin indicación médica, especialmente en personas sin obesidad ni diabetes, conlleva riesgos que no deben subestimarse. “Estamos viendo una medicalización del cuerpo empujada por el mandato estético”, coinciden distintos profesionales. Aunque muchos pacientes aseguran experimentar una reducción importante en el apetito, los médicos clínicos subrayan que también se observan efectos secundarios que afectan la calidad de vida. Entre ellos, gastroparesis —una parálisis gástrica que impide la digestión normal— y deshidratación grave con riesgo de insuficiencia renal, especialmente en quienes no reciben seguimiento médico adecuado.
Los psiquiatras también prenden una luz de alerta: ya se han registrado reportes de pensamientos suicidas, ansiedad severa y episodios depresivos en pacientes que utilizan semaglutidas, incluso sin antecedentes. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y la propia FDA investigan cientos de casos donde se vinculan estos tratamientos con deterioros de la salud mental. Además, se han reportado pérdidas de cabello, alteraciones del sueño y disfunciones hormonales, todos síntomas que, en muchos casos, no aparecen en la etapa inicial del tratamiento pero sí tras varias semanas de uso sostenido.
Los sociólogos explican que este fenómeno responde a una cultura que exige resultados inmediatos y que valora la delgadez como sinónimo de éxito, salud y aceptación. “La sociedad no tolera los procesos largos ni los cuerpos por fuera de la norma. Frente a esto, aparece el fármaco como solución mágica”, analizan. En esa misma línea, los psicólogos advierten que cada vez son más los pacientes que sienten culpa o angustia por no lograr un cuerpo “aceptable” con métodos tradicionales y recurren a estos medicamentos como atajos, muchas veces sin considerar las consecuencias.
Otro aspecto no menor es el impacto sobre la salud visual. Un estudio reciente en Israel encontró que quienes toman Ozempic duplican el riesgo de desarrollar degeneración macular neovascular, una forma de ceguera progresiva. También se documentaron casos de neuropatía óptica isquémica, una afección grave que puede causar pérdida súbita de la visión. Estas evidencias llevaron a autoridades sanitarias de varios países a recomendar suspender su uso antes de cirugías con anestesia general, debido al riesgo de aspiración pulmonar por vaciamiento gástrico incompleto.
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