Relatos salvajes por una espiral de violencia que atraviesa la Ciudad
Edición Impresa | 9 de Agosto de 2025 | 02:18

La Ciudad parece estar atravesando por estos días una fuerte escalada de violencia en donde un solo error o una respuesta equivocada puede desencadenar una tragedia. Los hechos recientes demuestran el clima de alta tensión, donde la violencia aparece de manera repentina y sin aviso, afectando la vida cotidiana de muchos vecinos. Cuatro casos, ocurridos en las últimas horas en diferentes barrios, reflejan esa realidad dura y cruda que enfrenta la ciudad.
El primer caso tuvo lugar en la madrugada del viernes, pasadas las 2 de la mañana, en la calle 20 entre 80 y 81. Un joven de 18 años fue atacado por tres hombres, uno de ellos armado.
Fue encontrado tirado en el patio delantero de una casa, con una herida sangrante en la nuca y un orificio de bala debajo de la axila derecha. La dueña de la vivienda contó que despertó por los golpes en la puerta y vio al joven herido en su patio. No escuchó disparos, pero la escena era clara: alguien había salido lastimado. La víctima, según reveló horas después su prima, había salido a comprar cigarrillos y fue seguido por dos hombres en moto que le dispararon.
La Policía encontró en el lugar una cuchilla rota envuelta en una bolsa, sin sangre pero con tierra, un detalle que suma dudas sobre lo ocurrido. El joven fue llevado al Hospital San Martín, donde quedó internado.
Un puñado de horas antes, más precisamente el jueves a las 22, una joven de 19 años caminaba con dos amigas por la zona de calles 1 y 93 cuando un grupo de cinco hombres comenzó a acosarlas verbalmente con comentarios de contenido sexual. Minutos más tarde, cuando las chicas regresaban por el mismo lugar, volvieron a ser interceptadas y hostigadas.
La joven llamó a su madre, y juntas fueron a enfrentar a los agresores. La confrontación terminó en pelea: uno de los hombres tomó un palo del suelo y golpeó a la joven en el rostro. No conforme con ello, le dio un segundo golpe que la dejó inconsciente. La mujer despertó en la casa de una vecina, con hematomas visibles, un corte en la cara y daños en algunos dientes. Los atacantes fueron identificados por la víctima como tres hombres entre 30 y 38 años, vecinos de la zona.
Pasadas las 02.00 de la mañana del viernes, un hombre de 26 años, que trabaja como piletero, fue víctima de un ataque violento en su propia casa en Villa Elisa. Él estaba con su novia cuando la hermana de ella apareció, buscando a la joven para indicarle que era tarde y que debía volver a su casa.
La indicación no fue bien recibida por el piletero que mantuvo una fuerte discusión con la mensajera que al sentirse agredida decidió irse sin su hermana. Finalmente, la joven decidió volver para no tener problemas.
Pero en el camino, la pareja fue interceptada por un grupo que circulaba en tres motos, integrado por cinco personas la hermana y su novio en una moto, un amigo en otra, y en la tercera unidad, dos mujeres: todos comenzaron a amenazar al hombre y a recriminarle por el trato. La situación se tensó y cuando intentaban volver, el sujeto que viajaba sólo en moto sacó un revólver calibre 22 y golpeó al piletero en la cabeza con la culata del arma dejándole heridas que requirieron intervención de un médico.
Finalmente, el pasado jueves a las 21.00 horas, un joven de 21 años fue sorprendido en la vereda de su casa, en 59 entre 14 y 15 de Villa Elisa, por dos hombres vestidos de oscuro. Lo interrogaron con preguntas que parecían querer sacar información. Al no obtener lo que buscaban, uno de ellos sacó una pistola y disparó varias veces contra la fachada de la vivienda.
Después de los disparos, huyeron corriendo. El joven no sufrió heridas, pero la presencia de varias vainas servidas y un cargador con municiones intactas encontrado por la policía cerca del lugar confirma la gravedad del ataque. No hubo robos ni testigos presenciales que aportaran datos sobre los agresores.
Estos cuatro casos muestran cómo la violencia se expresa en diferentes formas, pero con un denominador común: la rapidez con la que una situación puede desbordarse y volverse peligrosa. Así el pulso de la ciudad se rige por la amenaza constante de que un hecho verbal o un encuentro inesperado termine en un ataque, a veces con armas de fuego, otras con golpes y agresiones físicas.
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