El excapitán que deberá pagar por su alzamiento
Edición Impresa | 12 de Septiembre de 2025 | 02:43

A lo largo de su carrera, declaró su nostalgia por la dictadura en Brasil. Como jefe de Estado, desafió las instituciones. El ultraderechista Jair Bolsonaro fue condenado ayer por golpismo. Ni siquiera el apoyo declarado del presidente estadounidense Donald Trump pudo revertir su suerte: el excapitán del ejército puede recibir una pena de más de 40 años de cárcel por intento de golpe de Estado tras perder las elecciones en 2022 contra su némesis, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
Ya en prisión domiciliaria, aquejado de problemas de salud derivados de una puñalada que recibió en 2018, el líder de la derecha brasileña, de 70 años, enfrenta su peor momento. Sin embargo, el “Mito”, como aún lo apodan sus seguidores, prometió resistir hasta el final e incluso presentarse a las presidenciales de 2026, pese a estar inhabilitado. “¡Vamos a continuar la lucha!”, prometió en las últimas manifestaciones que protagonizó en Río, San Pablo o Brasilia, rodeado de miles de seguidores.
Bolsonaro accedió al poder en 2019 con el sello de “outsider”, aunque llevaba casi 30 años en la política. Nacido en 1955 en el estado de San Pablo, en una familia de origen italiano, Bolsonaro tuvo cinco hijos con tres mujeres. Junto a su actual esposa Michelle -27 años menor que él- y sus tres hijos mayores forma hoy un clan político muy activo.
Tanto Michelle, una fiel evangélica, como su hijo senador Flavio, suenan como sucesores al frente del campo conservador. Su hijo Eduardo, diputado, reside actualmente en EE UU, donde lleva una fructífera campaña ante el gobierno de Trump para defender a su padre. Aún así, las relaciones están tensas.
Cuando Bolsonaro llamó a su hijo “inmaduro” por atacar a un gobernador conservador, Eduardo estalló: “Vete a la mierda, ingrato”, según mensajes filtrados por la policía en el juicio.
“EL ERROR FUE NO MATAR”
El exmandatario nunca renegó de los años de plomo de la dictadura militar (1964-1985), cuyo “error fue torturar y no matar” a los disidentes, según dijo antes de llegar a la presidencia. Después de una carrera militar marcada por episodios de insubordinación, Bolsonaro fue electo diputado desde 1991.
Su discurso llano y directo se mantuvo siempre beligerante y causó polémicas por comentarios misóginos, racistas y homofóbicos.
En 2014 dijo a una diputada que era “demasiado fea” para ser “violada”.
LA IZQUIERDA “PODRIDA”
Poco visible en el Congreso, salió de las sombras tras la destitución en 2016 de la expresidenta Dilma Rousseff, heredera política de Lula. Sus diatribas contra la corrupción, la violencia, la crisis económica y la izquierda “podrida” sedujeron a buena parte de la población. Este populista, que en público suele vestir pantalones cortos y la camiseta de la selección brasileña, se aseguró el apoyo de poderosos sectores del agronegocio y los evangélicos.
En la campaña presidencial de 2018 sufrió una puñalada durante un acto partidario. El incidente hizo crecer su popularidad.
“MY FRIEND” BOLSONARO
Su mandato estuvo marcado por crisis, a pesar de un balance económico más bien positivo. Calificó de “gripecita” al virus del Covid-19 que causó cerca de 700.000 muertes en Brasil e ironizó sobre las vacunas que, según él, podían “transformar en cocodrilo” a las personas.
Negacionista climático, dejó expandir la deforestación en la Amazonía. No dudó en insultar a líderes extranjeros y aisló a Brasil en el escenario internacional.
Nunca admitió su derrota frente a Lula en las elecciones de 2022. Comparado durante su mandato con Donald Trump por su corte ideológico y su estilo agresivo, el republicano se convirtió en la recta final en su aliado de mayor peso. Trump impuso aranceles de hasta 50% a las importaciones brasileñas en represalia a la “caza de brujas” contra quien, asegura, es un “gran amigo” y un “gran caballero”.
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