Atentado a Wall Street en 1920: explosión en el corazón financiero, muertes y el primer coche bomba en EEUU
| 16 de Septiembre de 2025 | 07:44

El 16 de septiembre de 1920, poco después del mediodía, una explosión sacudió el corazón financiero del mundo. En la esquina de Wall Street y Broad Street, frente a la sede del poderoso banco J.P. Morgan & Co., un carro tirado por caballos cargado con dinamita y más de 200 kilos de metralla estalló con furia. El saldo fue devastador: 38 muertos, cerca de 400 heridos y un país entero en estado de shock.
Ese día quedó marcado como el primer atentado con coche bomba de la historia moderna, un antecedente que inauguró un método letal de terrorismo que se repetiría con fuerza en el siglo XX.
La explosión se escuchó a varias cuadras a la redonda. Ventanas volaron en pedazos, las fachadas de piedra de edificios emblemáticos quedaron heridas de metralla, y los restos del carruaje y el caballo se esparcieron por la calle. El reloj del edificio de J.P. Morgan se detuvo a las 12:01, inmortalizando el momento exacto de la tragedia.
En cuestión de segundos, el distrito financiero se transformó en un campo de batalla: humo negro, papeles ardiendo, sirenas improvisadas y transeúntes que corrían entre gritos y llantos.
Historias de víctimas anónimas
La mayoría de los muertos eran empleados de oficina, mensajeros y trabajadores comunes que a esa hora salían a almorzar. Entre las historias que trascendieron, se recuerda la de William Joyce, un joven mensajero de 17 años que recién había comenzado a trabajar en Wall Street para ayudar a su familia; su cuerpo fue encontrado entre los escombros con la bicicleta retorcida a su lado.
También falleció Carmen Romano, un inmigrante italiano que trabajaba como empleado de mantenimiento en un banco cercano. Había sobrevivido a la travesía desde Europa buscando un futuro mejor, pero encontró la muerte en la tierra prometida, víctima de un atentado atribuido a sectores de la misma comunidad de inmigrantes de la que formaba parte.
Sospechas, persecuciones y un caso nunca resuelto
El atentado ocurrió en un contexto de agitación social. Tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos enfrentaba huelgas, inflación y una fuerte reacción contra los movimientos anarquistas y comunistas. En 1919 ya se habían registrado atentados con bombas enviadas por correo a funcionarios y empresarios, lo que encendió todas las alarmas.
Las autoridades sospecharon de grupos anarquistas italianos liderados por Luigi Galleani, conocido por incitar a la violencia contra el sistema capitalista. De hecho, panfletos con consignas revolucionarias fueron encontrados cerca de la escena del crimen. Sin embargo, nunca se encontraron pruebas concluyentes ni hubo condenados, convirtiendo al atentado en un misterio sin resolver.
A pesar de la tragedia, la Bolsa de Nueva York reanudó sus operaciones al día siguiente. Las autoridades y empresarios consideraron esencial dar un mensaje al mundo: ni la violencia ni el terror frenarían el motor financiero. Fue un gesto cargado de simbolismo que buscó transmitir fortaleza y continuidad.
Con el paso del tiempo, el atentado de Wall Street se convirtió en un hito de la historia estadounidense. No solo inauguró el uso del coche bomba como arma terrorista, sino que también reveló la vulnerabilidad de un país que, hasta entonces, se creía a salvo de ataques internos de esa magnitud.
Legado de un día oscuro
Hoy, más de un siglo después, el recuerdo del Atentado de Wall Street de 1920 resuena como un antecedente directo del terrorismo contemporáneo. Su brutalidad, la elección de un centro neurálgico y el ataque indiscriminado contra civiles marcan paralelismos con los desafíos que seguiría enfrentando el mundo en las décadas posteriores.
Detrás de las cifras y el impacto histórico, aquel día también dejó las historias silenciadas de empleados, inmigrantes y jóvenes trabajadores que se cruzaron con la muerte en la hora equivocada, recordándonos que la violencia política siempre golpea más fuerte a los inocentes.
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