“Juegos, ¿cuál es tu límite?”: detrás de la inocencia

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Un grupo de chicos, interpretados por adultos, juega en una plaza. El juego, ese espacio en apariencia tan inocente, empieza a revelar, sin embargo, retazos del mundo adulto: emerge la violencia, el sometimiento, los juegos de poder, asoman pistas de abusos en la familia, indicios de las diferencias sociales. Esas ideas inscribió Roma Mahieu en su obra “Juegos a la hora de la siesta”, prohibida durante la dictadura, y que convirtieron en teatro musical Marcelo Caballero en textos y Juan Pablo Schapira en música. Esa propuesta musical, “Juegos, ¿cuál es tu límite?”, se puede ver ahora en la Ciudad.

La puesta, producción platense e Dracma Teatro Musical con dirección general de Leandro Sfich, dirección vocal de Nacho Ferrer y coreografías de Marian Sol Somma, se muestra en Pampa Cultural (35 entre 19 y 20), los domingos de septiembre, a las 19.30. Sfich, en diálogo con EL DIA, cuenta cómo esas dinámicas que afloran en el juego de chicos remiten al contexto en que Mahieu escribió su obra, pero también siguen presentes: “No se habla explícitamente de la dictadura, no se menciona nada concreto”, explica. “Lo que sucede a medida que uno va viendo la obra son vínculos donde hay violencia familiar, bullying, abusos de poder, abusos sexuales. Es una obra que toca temáticas que a día de hoy siguen vigentes: lo que estos chicos hacen en esa plaza es traducir lo que aprenden en sus casas. El niño, a través del juego, larga todas esas cosas escondidas, aprendidas, reproduce esa violencia sistemática que le propone el mundo de los adultos”.

El juego es en ese sentido revelador: “Cuando uno es chico, a través del juego, en los momentos donde uno está solo con otros chicos, aprende a vincularse. Son momentos donde se forja la personalidad: muchas veces se dice que los chicos en la escuela son malos, y yo creo que tiene que ver con que están aprendiendo a socializar”, afirma el director. Jugar es en ese sentido probar el límite. Jugar con fuego, siempre, “a partir de lo que ven en sus casas, los mandatos familiares”.

“La imagen de los padres es crucial, determina en gran medida, creo, qué rol vamos a ocupar en la sociedad como adultos”, sigue Sfich. “Uno cuando es chico siempre está corriendo la vara, hasta que viene alguien y te reta”.

LA PUESTA

Hacer de esto un musical fue idea de Marcelo Caballero y Juan Pablo Schapira, a quienes desde Dracma acudieron para pedir los derechos de la puesta, que por primera vez se ve en La Plata. Dracma es una productora artística platense nacida en 2020 que venían del teatro musical, y es también una escuela de teatro musical: a ambas se sumó Leandro Sfich en 2023, que cuenta cuál es la misión de la productora escuela.

“Queremos acercar el teatro musical a mucha más gente”, dice. “Cuando se habla de teatro musical, la mayoría piensa en ‘High School Musical’, algo mucho más blando, y no sabe que hay historias en el musical mucho más duras, que el teatro musical es más amplio, más profundo. Y es una disciplina que requiere muchas cosas: los intérpretes tienen que actuar, cantar, bailar. Y las tres cosas al mismo tiempo”.

Desde la independencia, una puesta musical siempre es un desafío, requiere de un trabajo musical, coreográfico, largos ensayos. Sfich se ríe al recordar la ingeniería puesta en marcha para asegurar los derechos y montar la obra, aunque cuenta que lo más difícil fue volver a la infancia con el elenco.

“Fue lo que más trabajamos, conectar un poco con el juego, con el niño interno: uno piensa la obra desde la perspectiva de un adulto”, cuenta. “Creo que eso fue lo más difícil como director: ayudarlos a recorrer un mundo más lúdico. En los primeros ensayos no nos abocamos a los textos, nos abocamos a jugar. No queríamos que los nenes fueran una caricatura, un estereotipo, la voz más aguda, los movimientos eclécticos. Queríamos que fueran adultos, pero que reaccionen como haría un chico”.

La pieza musical se basa en la obra de Roma Mahieu, censurada por la dictadura

 

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