La ironía que dejó ganancias y expuso la fragilidad del esquema cambiario
Edición Impresa | 21 de Septiembre de 2025 | 02:13

Esteban Pérez Fernández
eperezfernandez@eldia.com
Los ahorristas que decidieron seguir el consejo del ministro de Economía, Luis Caputo, hoy pueden decir que se beneficiaron de una ironía. A comienzos de julio, cuando el dólar minorista en Banco Nación cotizaba a $1.245, el funcionario lanzó ante un auditorio de ejecutivos una frase que sonó a provocación: “El dólar flota, por lo tanto, a cualquiera que le parezca que está barato, le diría: agarrá los pesos y comprá, no te la pierdas, campeón”.
Lo que parecía una chicana terminó convirtiéndose en un buen negocio para quienes lo tomaron al pie de la letra. Apenas dos meses y medio después, la misma cotización minorista cerró en $1.515. La ganancia para esos inversores fue de 21,7%, casi el doble de lo que habría rendido un plazo fijo bancario en el mismo período. El dólar MEP llegó a $1.547, lo que estiró la diferencia a más del 24%.
La comparación es elocuente: mientras la tasa nominal anual de los depósitos rondaba el 34% en julio, lo que equivale a apenas 2,79% mensual, el dólar multiplicó por dos ese rendimiento en un lapso de 75 días. Un ahorrista que hubiese invertido $1,25 millón para comprar U$S1.000, hoy tendría $300.000 extra si vendiera esos billetes en el mercado bursátil.
El trasfondo, sin embargo, no deja mucho margen para la euforia. La suba de la divisa se aceleró por la dolarización de carteras en la previa electoral, potenciada por la derrota oficialista en la provincia de Buenos Aires y en el Congreso, donde una mayoría de legisladores rechazó los vetos del presidente Javier Milei a leyes vinculadas con educación y salud. Esa combinación debilitó las expectativas y disparó la búsqueda de cobertura en dólares.
El Banco Central, con reservas netas reducidas, se vio obligado a vender para mantener el mayorista por debajo del techo de $1.475 fijado en la banda de flotación. Solo en la última semana de operaciones el organismo se desprendió de más de U$S1.100 millones, un ritmo que erosiona la tenencia disponible y acota el margen de maniobra en un momento de presión financiera. Los contratos de dólar futuros en el Matba-Rofex ya marcan un dólar en $1.477,5 para fines de septiembre y $1.546 para octubre, lo que muestra que el mercado descuenta una presión persistente.
El esquema elegido por el Gobierno, que combinó tasas de interés decrecientes con intervenciones puntuales en futuros y ventas indirectas de divisas a través de organismos públicos, perdió eficacia tras la derrota electoral en territorio bonaerense por 13 puntos a manos del gobernador Axel Kicillof, que no era candidato pero sí fue el centro de las críticas de la huestes de La Libertad Avanza en una campaña deliberadamente nacionalizada por el oficialismo, estrategia que a la luz de los resultados no fue la mejor para la elección provincial de medio término.
La estrategia de sostener al dólar en niveles bajos para mostrar una inflación más baja y controlada en campaña chocó con el nuevo equilibrio: menor tasa, mayor liquidez y un tipo de cambio más alto.
En paralelo, el clima político complicó la gobernabilidad. La caída en las urnas en Provincia de Buenos Aires, con más de 13 puntos de diferencia, encendió alarmas en los mercados. Ese fin de semana, el Merval se desplomó 16% en dólares y los bonos soberanos perdieron 9%, llevando al riesgo país por encima de los 1.500 puntos, el nivel más alto en casi un año y medio.
Pero el Gobierno insistió en que no cambiará el rumbo económico. Milei, al presentar el Presupuesto 2026 esta semana, aseguró que “lo peor ya pasó” y prometió una recuperación del poder adquisitivo. Sin embargo, los números oficiales contrastan con la dinámica cambiaria: se proyecta un dólar mayorista de $1.325 para fines de 2025, por debajo de los $1.466 actuales. El mismo Presupuesto prevé $1.423 para diciembre de 2026, una cifra que el mercado considera inverosímil.
Los analistas consultados por el Banco Central en el Relevamiento de Expectativas de Mercado estiman un dólar a $1.604 en agosto de 2026, casi 300 pesos por encima de la proyección oficial. La brecha entre lo que plantea el Gobierno y lo que descuentan los operadores refleja la desconfianza hacia el esquema vigente. El mercado interpreta que después de las elecciones legislativas de octubre el Gobierno tendrá que flexibilizar el esquema. Algunos economistas prevén un paso hacia una “flotación sucia”, con el tipo de cambio moviéndose según los flujos de divisas reales y financieras más que por la intervención oficial. Esa perspectiva se alimenta del deterioro de la actividad económica, que acumula caídas en la industria y retrocesos en el crédito en los últimos meses.
Mientras tanto, la tensión se refleja en los depósitos: los nominados en dólares muestran un goteo constante desde agosto.
El Tesoro debió desprenderse de más de U$S500 millones en la primera semana de septiembre para evitar un salto mayor del tipo de cambio. El Central, por su parte, apeló a la absorción de pesos, aunque con tasas decrecientes, lo que redujo aún más los incentivos a quedarse en moneda local.
La ironía de Caputo se convirtió en un símbolo de la coyuntura. Quien lo escuchó en julio y compró dólares salió “campeón”. Pero el trasfondo es que el Gobierno no puede permitirse una corrida al billete verde: cada dólar comprado por los ahorristas es un problema para un esquema de bandas que depende de reservas cada vez más escasas.
El dilema se resume en una frase: la chicana de Caputo funcionó como consejo financiero, pero también expuso la fragilidad de un modelo que combina expectativas electorales, debilidad de reservas y un Presupuesto que promete estabilidad con supuestos que el mercado ya no cree.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE