Sólo por la diferencia con los de abajo confía en que se mantendrá en primera
Edición Impresa | 28 de Septiembre de 2025 | 02:59

Martín Mendinueta
@firmamendinueta
El momento que vive Gimnasia lastima a su gente. Las penurias institucionales encuentran el peor eco adentro de la cancha, donde su identidad colectiva ofrece una imagen paupérrima.
La firme sensación de que terminará el año manteniendo su lugar en el máximo escalón competitivo del fútbol argentino es lo único que frena a un estado de indignación generalizado.
Con un plantel superpoblado de jugadores que no consiguen entregarle un salto de calidad, el Lobo ha conseguido que sus fieles, por momentos, caigan en el pozo anímico de la resignación.
Cambiando apellidos sin parar, retocando planillas de formaciones titulares, sufriendo en cada línea y perdiendo muy seguido, la situación parece haberse vuelto ingobernable para el cuerpo técnico liderado por Alejandro Orfila.
Lo observado en el capítulo inicial fue tan malo como contundente. Rosario Central tuvo el defecto de no haber convertido más goles. El uno a cero que los condujo al entretiempo fue un resultado engañoso de punta a punta.
Segundos antes de comenzar el complemento toda la hinchada gritó para darles aliento y esperanza a sus jugadores, el equipo mejoró y un gol correctamente anulado por falta previa de Jeremías Merlo pareció hacerle tanto o más daño que uno del rival.
Merlo empujó a su marcador antes de cabecear. El gol fue bien anulado. Allí el Lobo se desmoronó
Cuando retomaron el juego, el Canalla empezó a encontrar espacios y facilidades que un rato más tarde iba a aprovechar para engordar la facturación.
di maría brilló con la pelota, aunque más siendo respetuoso
La tercera derrota consecutiva, quinta en los últimos seis encuentros, llegó de un modo inexorable.
Ángel Di María, figura y conductor natural del huésped, observó y escuchó todo. Tomó nota del cariño que le dispensó la hinchada tripera (lo agradeció al llegar al estadio y en cada situación en que se acercó al límite del campo de juego) y, también, de la profunda desesperanza que todos ellos sienten al ver a su equipo. Por eso, cuando convirtió su golazo fue medido en la celebración y sumamente respetuoso con el dolor de quienes fueron, en todo momento, cálidos anfitriones. El gesto del campeón del mundo mostró enorme sensibilidad y vale ser destacado.
la institución no está como para echar a otro entrenador
Más allá de la confianza que tiene Orfila para poder revertir la tan delicada situación, sería un craso error decidir, desde la dirigencia, cortar su ciclo.
Con severas dificultades para poder afrontar las obligaciones salariales, el club no está en condiciones de afrontar cualquier decisión que agigante su complicada coyuntura económica.
El campeonato sigue y Gimnasia debe tener como meta sumar para no seguir acortando la distancia con los que están más comprometidos en la lucha por la permanencia.
No perder el próximo fin de semana en Junín será fundamental para ponerle un corte al tobogán en el que está inmerso el equipo.
Gimnasia ayer terminó desmoronado por completo y, sin embargo, deberá elegir once hombres que empiecen a jugar otro partido que le va a demandar mucho desde lo anímico.
Las distancia con los de abajo, tanto en la tabla de posiciones anual como en la de los promedios, constituye hoy el principal capital albiazul. Allí radica la gran esperanza de terminar el año evitando el golpe tan temido.
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