A los 106 años, murió Rosa Roisinblit, presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo
| 6 de Septiembre de 2025 | 20:00

Rosa Tarlovsky de Roisinblit, presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo y una figura central en la búsqueda de hijos desaparecidos y nietos, falleció este sábado a los 106 años.
En un comunicado, Abuelas la recordó como "una gran compañera, amiga leal, siempre dispuesta a hacer lo que la institución requiriera" y expresó un profundo agradecimiento por su entrega, solidaridad y amor en la búsqueda de los nietos.
Su nieta, Mariana Eva Pérez, la despidió en redes sociales con un emotivo "Para mí sos eterna". Rosa recibió numerosos reconocimientos, incluyendo el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario, el Premio Anual Azucena Villaflor, la Mención de Honor Juana Azurduy, y el Reconocimiento del Senado de Santa Fe. Quienes la conocieron la evocan por su memoria prodigiosa, su amor por el tenis y el tango, y su alegría en los festejos.
Nacida el 15 de agosto de 1919 en Moisés Ville, Santa Fe, Rosa era hija de colonos judíos que escaparon de los pogroms zaristas, una herencia de tenacidad que marcó su vida. Se recibió de obstetra en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y fue partera jefa de la Maternidad Escuela de Obstetricia de Rosario. En 1949 se mudó a Buenos Aires y en 1951 se casó con Benjamín Roisinblit.
El camino de Rosa hacia los derechos humanos comenzó de la manera más dolorosa. Su única hija, Patricia Julia Roisinblit, nacida en 1952, militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y luego se sumó a Montoneros junto a su pareja, José Manuel Pérez Rojo. El 6 de octubre de 1978, Patricia, de 25 años y embarazada, junto a José Manuel y su hija de entonces un año, Mariana Eva, fueron secuestrados por una patota de la Fuerza Aérea. Mariana Eva fue devuelta horas después a la familia.
Testimonios de sobrevivientes revelaron que Patricia fue trasladada a la ESMA pocos días antes de dar a luz a un varón, al que llamó Rodolfo Fernando, el 15 de noviembre de 1978. El parto fue asistido por el obstetra del Hospital Naval, Jorge Luis Magnacco. Patricia pudo relatar a sus compañeros de cautiverio que habían estado detenidos en una casa en la zona oeste del Gran Buenos Aires, luego identificada como la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA), antes de ser llevada a la ESMA.
Rosa, lejos de quedarse en su casa llorando, se integró a Abuelas en 1979, cuando la organización aún se llamaba Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, iniciando la búsqueda de su nieto, a quien posteriormente identificó y restituyó en 2004. "Yo no salí, el día que se llevaron a mi hija, a formar parte de Montoneros, o me convertí en una revolucionaria, no, eso no, yo salí a buscar a mi hija, y eso me llevó todos estos años", contó a Infobae cerca de cumplir los 100 años.
La clave para encontrar a su nieto, Guillermo (nombre que adoptaría más tarde), surgió el 13 de abril de 2000, cuando Abuelas recibió una denuncia anónima. Esta alertaba que el agente civil de la Fuerza Aérea, Francisco Gómez, y su esposa, Teodora Jofré, tenían un niño inscripto como hijo propio con una partida de nacimiento falsa. Tras hablar con su hermana, Mariana Eva, el joven aceptó realizarse los análisis inmunogenéticos. El 2 de junio de 2000, la genetista Mary-Claire King confirmó su filiación con Patricia y José mediante ADN mitocondrial, ratificado en 2004 por el Banco Nacional de Datos Genéticos.
Guillermo recordó a su apropiador, Francisco Gómez, como "una persona extremadamente violenta" y el doloroso descubrimiento de que su madre había sido mantenida prisionera por el mismo hombre al que él creció llamando "papá".
Rosa, o cariñosamente "Site", fue tesorera de la Comisión Directiva de Abuelas entre 1981 y 1989, pasando a ser vicepresidenta desde entonces. Desde 1982, asistió a las reuniones de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, y viajó por el mundo difundiendo la búsqueda de los nietos y el trabajo de la organización.
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