Ganará el que menos errores cometió

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Germán López

El dramatismo con que se describen las posibles consecuencias de la elección en la provincia de Buenos Aires parece, a primera vista, un tanto exagerado. Salvo, claro, para los llamados “expertos” que en Nueva York o en Bruselas asesoran a bancos y multinacionales. Ni siquiera puede afirmarse con certeza que los números que obtenga cada fuerza en estos comicios locales se repitan en las próximas elecciones legislativas, y mucho menos que impliquen un cambio sustancial en la correlación de fuerzas en el Congreso.

En procesos electorales atravesados por una polarización intensa, suele imponerse el que espanta menos, es decir, el que comete menos errores en las semanas previas a la votación.

Esta vez, las cuestiones locales pesan más que nunca. Ya no se votan en simultáneo diputados nacionales y concejales: se eligen proyectos cercanos a la vida cotidiana. De ahí que los críticos internos de Axel Kicillof advirtieran que la inseguridad —un problema crónico de la Provincia— sería el eje de campaña de los libertarios. Sin embargo, Milei optó por nacionalizar el discurso y apenas dio una señal en esa dirección al ubicar como primer candidato en la Tercera Sección al excomisario Maximiliano Bondarenko, en la zona sur del Conurbano, donde el delito se siente más cerca que en ninguna otra parte. Esta noche se verá cuánto pesa ese factor en el voto.

Fallas en ambos bandos

Errores no faltan, y abundan en ambos bandos. Tras los incidentes en Lomas de Zamora, cuando la caravana presidencial terminó bajo una lluvia de piedras y botellas, fue Moreno —una suerte de “tierra santa” del peronismo— el nuevo escenario de la pulseada por el espacio público. Lo que quedó en evidencia fue un sectarismo antidemocrático: libertarios y peronistas disputando, a los empujones, la potestad de ocupar la calle. El gobierno provincial, a la postre, debió reconocer que no podía garantizar seguridad en un acto opositor. Un absurdo.

En el mileísmo, mientras tanto, la estrategia de atenuar la violencia verbal del Presidente se vio empañada por uno de sus propios comunicadores, el “Gordo Dan”, que en redes lanzó insultos tan desmedidos que el Gobierno nacional buscó desmarcarse y hasta Karina Milei se vio obligada a pedir disculpas públicas a Luis Juez.

La pérdida de apoyo

El dato que preocupa a la Casa Rosada es la pérdida de apoyo entre los votantes de Juntos por el Cambio que en 2023 se inclinaron por Milei. ¿A dónde van esos votos? Las encuestas no lo definen. Difícilmente migren al kirchnerismo. Podrían, en cambio, refugiarse en “Somos Buenos Aires” —la opción que reúne radicales, disidentes del peronismo, la Coalición Cívica, socialistas y el GEN—, o directamente quedarse en sus casas. Consciente de esa amenaza, que fortalece el peso de los aparatos municipales, Milei imploró en su último acto en Moreno: “vayan a votar”.

En paralelo, la economía se convierte en un factor desestabilizador. El Gobierno rompió sus propias reglas y salió a vender dólares para frenar la corrida, con el riesgo país superando los 900 puntos y un FMI que guarda un silencio incómodo frente a estos desvíos. En semejante contexto de volatilidad, hasta una elección local puede disparar efectos sobre las variables macro.

El Congreso marcó límites

Y como si todo esto fuera poco, el Congreso volvió a marcar límites. El Senado no solo rechazó el veto presidencial a la emergencia en Discapacidad —algo que no ocurría desde hacía veinte años—, sino que además recortó las facultades del Ejecutivo al modificar el régimen de los DNU: ahora requerirán el aval de ambas cámaras para seguir vigentes y bastará el rechazo de una sola para que caigan. Como frutilla del postre, la oposición, con el kirchnerismo a la cabeza, avanza en una ofensiva para impedir que el Gobierno pueda prorrogar el Presupuesto, un instrumento clave para sostener su plan económico.

 

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