Quiso echar la mufa y lo terminaron echando a él
| 7 de Mayo de 1999 | 00:00
El controvertido y polémico empresario Héctor Daniel Lalín (tal cual figura en su documento) es de las personas que no se dan por vencidas ni aun vencidas. Así, en las últimas horas anunció su renuncia al frente del club de Avellaneda con la misma tranquilidad con la que había explicado sus ®revolucionarios¯ proyectos y con la idéntica calma con la que pidió la quiebra de Racing.
Con él, del exorcismo a la quiebra, del triunfalismo a la debacle, de la esperanza a la desilusión y de los sueños a las pesadillas, hay toda una historia, que tiene un protagonista excluyente: Lalín. Para algunos, la víctima del poder hegemónico que gobierna al fútbol nuestro; para la mayoría de los hinchas, el gran culpable de darle a la institución el último empujoncito hacia el abismo. El, sigue tranquilo, porque ni siquiera se arrepintió de su gestión junto a Carlos Grosso.
La pelada, el arito, una remera con el rostro del Che Guevara y su informalidad para conducirse por la vida, lo convirtieron en el personaje más pintorezco de nuestro fútbol. Con sus propios códigos, ®los de la calle¯, como muchas veces remarcó él, antes de definirse como un ®tránsfuga con palabra¯, convirtió el club en una monarquía. ®Yo, yo, yo...¯ y nadie más. Con la frase ®soy el único que pone plata en Racing¯, justificó su soberbia, que tarde o temprano lo dejó en soledad. Junto a él no hubo lugar para los que tuvieran otras ideas. Sólo terminó rodeado de empleados y obsecuentes, que defendían lo indefendible, sin importarles la cantidad de mentiras que debían esgrimir para ®apañar¯ su incapacidad.
Lalín quebró por no cumplir con sus deudas y dejó tecleando a Racing. Y siempre tuvo la cortina de humo que lo amparara. Así, el mismo día que pidió la intervención de la Justicia, cerró la contratación de Diego Latorre. Pero de a poco la gente le fue creyendo menos y el golpe de gracia terminó siendo un redoblante que se chocó con su rostro cuando trataba de explicar las soluciones para Racing.
Que Racing esté pasando por la peor crisis económica de su historia no es una casualidad. La desesperación por obtener un campeonato llevó a los dirigentes a salir de ®shopping¯ que cada vez que empezaba un campeonato. Un ejemplo de ello está referido al período que comenzó en junio de 1995, cuando Lalín apareció en la política del club. En este tiempo la Academia contrató más jugadores que Boca y River juntos.
En julio de 1995, Otero era el presidente, pero el poder del fútbol (a través de sus aportes) estaba en Lalín. Allí se contrató a Ragg, Damián Rodríguez, Ubeda, Viqueira, Zanetti, San Martín, Chacoma, Rubén Capria, Echazú, Facciuto, Pompei, Vujacich, Centeno, Diego Yáñez, Damián Yáñez, Delgado, Carrario y Armentano.
Al año siguiente, cuando el ®Pelado¯ dejó el Departamento de Fútbol y siguió ®piloteando¯ las contrataciones desde afuera, con sus ®alfiles¯ (Buchner, Demaría y Basílico) en la cocina de la comisión directiva, llegaron: Navas, Alberto Garrido, Andrés Gaitán, Mac Allister, Brusco, Serrizuela, Luis Capurro (a los dos meses se fue), Héctor González, Marini, Netto, Nicolas Diez, Jarrys (Renato Cesarini), Cristian Cabello (libre de Lanús), Vilallonga, Fuertes, Saavedra, Graf y Ariel Salvucci (libre de Instituto de Córdoba). Y en la quiebra arribaron catorce jugadores, que actualmente están en el plantel albiceleste. Mucha variedad y pocos resultados, pues la vuelta olímpica no llegó.
®Yo no quiero perder a nada¯, dice el ®Pelado¯. Y de ello se toman sus allegados para creer que el ciclo de Lalín en Racing no ha terminado. Más allá de la renuncia. Y recuerdan que ®el que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen¯. ¿Hay un nuevo capítulo en esta historia?
Con él, del exorcismo a la quiebra, del triunfalismo a la debacle, de la esperanza a la desilusión y de los sueños a las pesadillas, hay toda una historia, que tiene un protagonista excluyente: Lalín. Para algunos, la víctima del poder hegemónico que gobierna al fútbol nuestro; para la mayoría de los hinchas, el gran culpable de darle a la institución el último empujoncito hacia el abismo. El, sigue tranquilo, porque ni siquiera se arrepintió de su gestión junto a Carlos Grosso.
La pelada, el arito, una remera con el rostro del Che Guevara y su informalidad para conducirse por la vida, lo convirtieron en el personaje más pintorezco de nuestro fútbol. Con sus propios códigos, ®los de la calle¯, como muchas veces remarcó él, antes de definirse como un ®tránsfuga con palabra¯, convirtió el club en una monarquía. ®Yo, yo, yo...¯ y nadie más. Con la frase ®soy el único que pone plata en Racing¯, justificó su soberbia, que tarde o temprano lo dejó en soledad. Junto a él no hubo lugar para los que tuvieran otras ideas. Sólo terminó rodeado de empleados y obsecuentes, que defendían lo indefendible, sin importarles la cantidad de mentiras que debían esgrimir para ®apañar¯ su incapacidad.
Lalín quebró por no cumplir con sus deudas y dejó tecleando a Racing. Y siempre tuvo la cortina de humo que lo amparara. Así, el mismo día que pidió la intervención de la Justicia, cerró la contratación de Diego Latorre. Pero de a poco la gente le fue creyendo menos y el golpe de gracia terminó siendo un redoblante que se chocó con su rostro cuando trataba de explicar las soluciones para Racing.
Que Racing esté pasando por la peor crisis económica de su historia no es una casualidad. La desesperación por obtener un campeonato llevó a los dirigentes a salir de ®shopping¯ que cada vez que empezaba un campeonato. Un ejemplo de ello está referido al período que comenzó en junio de 1995, cuando Lalín apareció en la política del club. En este tiempo la Academia contrató más jugadores que Boca y River juntos.
En julio de 1995, Otero era el presidente, pero el poder del fútbol (a través de sus aportes) estaba en Lalín. Allí se contrató a Ragg, Damián Rodríguez, Ubeda, Viqueira, Zanetti, San Martín, Chacoma, Rubén Capria, Echazú, Facciuto, Pompei, Vujacich, Centeno, Diego Yáñez, Damián Yáñez, Delgado, Carrario y Armentano.
Al año siguiente, cuando el ®Pelado¯ dejó el Departamento de Fútbol y siguió ®piloteando¯ las contrataciones desde afuera, con sus ®alfiles¯ (Buchner, Demaría y Basílico) en la cocina de la comisión directiva, llegaron: Navas, Alberto Garrido, Andrés Gaitán, Mac Allister, Brusco, Serrizuela, Luis Capurro (a los dos meses se fue), Héctor González, Marini, Netto, Nicolas Diez, Jarrys (Renato Cesarini), Cristian Cabello (libre de Lanús), Vilallonga, Fuertes, Saavedra, Graf y Ariel Salvucci (libre de Instituto de Córdoba). Y en la quiebra arribaron catorce jugadores, que actualmente están en el plantel albiceleste. Mucha variedad y pocos resultados, pues la vuelta olímpica no llegó.
®Yo no quiero perder a nada¯, dice el ®Pelado¯. Y de ello se toman sus allegados para creer que el ciclo de Lalín en Racing no ha terminado. Más allá de la renuncia. Y recuerdan que ®el que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen¯. ¿Hay un nuevo capítulo en esta historia?
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE