María Teresa Aristizábal de Queirel
| 13 de Abril de 2011 | 00:00

Su fallecimiento
Fue poseedora de férreos principios que reflejó a través de una personalidad cálida, afable y solidaria. Por eso el fallecimiento de María Teresa Aristizábal enlutó no sólo a sus familiares, sino también a amplios círculos de la Región con los que se vinculó a través de los refinados modales que la caracterizaron.
Había nacido en Pehuajó, provincia de Buenos Aires, el 7 de diciembre de 1924, en el seno del hogar conformado por Carmen Bolacini y Martín Aristizábal, y creció junto a su hermano Oscar. Al cumplir 15 años llegó a La Plata para completar su formación secundaria en la Escuela Normal 1 "Mary O'Graham", lugar en el que cosechó entrañables amigas y del que se graduó como maestra.
Se desempeñó durante muchos años en la Escuela Nº 19. Pero no dudó en dejar de lado su carrera docente para dedicarse por completo a su familia. Así, el año 1954 marcó el inicio de una de sus etapas más plenas porque se casó con Carlos Queirel; la dicha aumentó con la llegada de sus hijos Teresita, Fernando y Lalo. Con los años ellos la convirtieron en la feliz abuela de Juan Martín, Valentín, Juan Ignacio, María, Carmen, Ruth, Ramón y Ramiro, con los que pasó parte de sus horas más felices.
Pese a que el eje de su vida lo conformó por completo su familia, nunca le faltó tiempo para propiciar las reuniones con sus amigas. En especial tomaba como un compromiso ineludible las celebraciones por el Día del Maestro que se realizaban año a año en tradicionales confiterías de la Ciudad. Una de las características por las que se ganó el cariño de todas sus ex compañeras fue su facilidad para compartir distintos momentos y acompañar en las buenas o en las malas.
Le apasionaba salir de viaje junto a su esposo; así recorrió todo el país, lugares de América y Europa, experiencias que enriquecieron su cultura y nutrieron amenas charlas que la ubicaron en el centro de la escena. También se vio atraída por las escapadas de compras a capital federal, en particular aquellas relacionadas con el vestuario, que acentuaban su natural coquetería.
Su perfil solidario la llevó a asumir un compromiso activo con distintas organizaciones de bien público como la Liga de Lucha Contra el Cáncer, institución en la que colaboró en forma activa durante muchos años.
Fue una incansable compañera de su esposo a quien siempre apoyó en su carrera de escribano; en los últimos años trabajó codo a codo junto a él en su desempeño como presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionados Notariales.
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