Hoover, el emblema del FBI y una oscura vida personal

Secretos y polémica rodean al máximo jefe de la agencia de investigaciones de EE UU durante casi cinco décadas

Pocos días antes de “arrastrarla” a una fiesta en el famoso Hotel Plaza de Nueva York, el marido de Susan Rosenstiel -millonario fabricante de bebidas- le preguntó si alguna vez había estado en una orgía. Dado lo ominoso de la pregunta, la mujer podría haber estado al borde de un shock. Pero cuando entró a una suite del hotel, vio una imagen que quedaría grabada en su memoria para el resto de su vida. Allí, sentado de piernas cruzadas, estaba un hombre de 63 años disfrazado de mujer: vestido negro de seda con volados, medias de encaje, tacos altos y coronado con una peluca de rulos negros, pestañas postizas y abundante maquillaje.

Bajo las órdenes de Hoover, el FBI espió a personajes estadounidenses con los pretextos más vagos

Según la señora Rosenstiel, el disfrazado que le fue presentado con el nombre de “Mary” se unió más tarde a una orgía de la que participaban dos “chicos” rubios adolescentes, su esposo y un amigo abogado. Pero el disfraz elaborado no logró engañar a Susan Rosenstiel, que ya había conocido a “Mary” antes. Detrás del maquillaje, identificó de inmediato el rostro regordete de John Edgar Hoover, director del FBI y quizás el abogado más poderoso y temido de Estados Unidos.

Después de esa fiesta en 1958, su esposo se negó a hablar sobre el encuentro, pero la pareja volvió al mismo hotel al año siguiente para encontrar una vez más a Hoover. Fue un programa similar, sólo que esta vez usaba, como en los años `20, un vestido colorado y una boa negra de piel alrededor del cuello. Y esta vez los dos jóvenes que lo atendían estaban vestidos con cuero y Hoover hacía que uno de ellos leyera una Biblia.

Es una historia extraordinaria y, debe decirse, muy refutada, que los biógrafos siguen discutiendo hasta hoy. La historia está reflejada en “Official And Confidential”, una biografía de Hoover de 1994 escrita por el ex periodista de la BBC Anthony Summers. Pero es apenas un episodio singular en la vida profundamente extraña de uno de los personajes más polémicos del siglo XX.

UNA LARGA CARRERA

Como fundador y director del FBI durante 48 años, Hoover sobrevivió a ocho presidentes estadounidenses. El y sus agentes -conocidos como G-men- fueron en principio considerados los ángeles guardianes de Estados Unidos, que enfrentaron sucesivas olas de ataques explosivos de los radicales, ladrones de bancos y, durante la Segunda Guerra Mundial, alemanes que ingresaban al país para hacer sabotaje.

Pero luego Hoover se vio invadido por la arrogancia, la paranoia y un odio a los comunistas y, para muchos estadounidenses, se convirtió en un monstruo corrupto. El FBI empezó a espiar sistemáticamente a personajes estadounidenses con los pretextos más vagos. A medida que Hoover reunía información comprometedora sobre los ricos y los poderosos, sucesivos presidentes se sintieron demasiado asustados como para enfrentarlo por temor a todo lo que sabía.

En muchos casos -insisten hoy los historiadores- Hoover no sabía nada de ellos, pero el engaño funcionaba. La Casa Blanca vivió aterrorizada por Hoover hasta que éste murió de un ataque cardíaco en 1972, a los 77 años y aún dirigiendo la agencia de investigaciones más poderosa del mundo.

Pero la controvertida película dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Leonardo DiCaprio sugiere que el mayor secreto que Hoover se llevó a la tumba se relacionaba con él mismo. “J. Edgar”, estrenada recientemente, revive un rumor que sobrevoló a Hoover durante décadas: el fanático perseguidor de gays y lesbianas era un homosexual que nunca salió del closet. Mientras prohibía que los gays ingresaran al FBI e intentaba descubrir las inclinaciones homosexuales de las figuras públicas, entre ellas la primera dama Eleanor Roosevelt y el candidato presidencial Adlai Stevenson, Hoover mantuvo una relación con el propio subdirector del FBI, Clyde Tolson, que fue mucho más allá de una amistad.

UNA RELACION ESTRECHA

Hoover contrató al apuesto Tolson en 1928, y a pesar de que tenía poca experiencia pronto lo convirtió en su número dos. Ninguno de los dos mostró nunca demasiado interés por las mujeres -más allá de sus madres- y los dos solterones se hicieron inseparables: trabajaban juntos, cenaban juntos, viajaban juntos e incluso salían de vacaciones juntos.

Creyendo que realmente Hoover odiaba a los gays, sus admiradores siempre insistieron en que la relación era platónica. Pero muchos sospechaban lo contrario, y eso se recalca en la película con guión de Dustin Lance Black, un escritor gay que ganó un Oscar por su película de 2008 sobre el alcalde homosexual de San Francisco Harvey Milk.

Aunque la película repasa la carrera de Hoover -su persecución a los marxistas radicales en los años ´20, su acoso a los gángsteres en los años ´30- se centra principalmente en su relación con Tolson que, según muchos indicios, fue mucho más que una amistad. Hoover y Tolson compartieron un amor que no se animaron a reconocer, y casi nadie se atrevió a mencionarlo.

Se dice que los agentes del FBI los apodaron J. Edna y Mamá Tolson, mientras que el escritor Truman Capote los llamó “Johnny and Clyde”. Aunque Hoover y Tolson nunca convivieron, las fotos de la colección privada de Hoover incluyen tiernas tomas de Tolson durmiendo, en bata y junto a una pileta.

AMARGOS DEBATES

El tema de la sexualidad de Hoover abordado por la película generó amargos debates. William Branon, presidente de la J.Edgar Hoover Foundation y ex hombre del FBI, dijo haberle pedido a Eastwood que no incluyera en la película los elementos más controvertidos, y que el director le respondió que lo haría. Branon insiste en que Hoover estaba continuamente escoltado por los guardaespaldas del FBI y que nunca habría podido tener una aventura ilícita con Tolson.

Y el biógrafo de Hoover, Richard Hack, dice que el director del FBI estaba tan obsesionado por protegerse de sus muchos enemigos que nunca se habría arriesgado a tener una aventura homosexual, menos aún a vestir ropa de mujer en uno de los hoteles más elegantes de Nueva York.

Summer, en su biografía de Hoover, también echa luz sobre uno de los grandes misterios en torno al director del FBI: por qué durante tantos años se negó a investigar a la Mafia, sosteniendo -contra toda evidencia- que no constituía una amenaza seria. Summers cree que la Mafia podía chantajear a Hoover con pruebas de que no sólo era un homosexual sino además un travesti.

Dado que todos los que realmente conocen la verdad sobre Hoover y Tolson ya están en la tumba, seguirán rodando los rumores. Dueño de un interés enfermizo por la muerte violenta de los delincuentes, y aislado de casi todos por su personalidad y por cincuenta solitarios años como director del FBI, se comportó de manera inescrupulosa con demasiada gente, famosa y común, según Summers. En cuanto a Clyde Tolson, cuando Hoover murió, heredó la propiedad de su jefe y se mudó a su casa. Hoy, los dos hombres están enterrados apenas a metros uno del otro en el Congressional Cemetery de Washington DC, casi tan cerca en la muerte como lo estuvieron en vida.

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