Con las cámaras y un identikit, buscan a los asesinos del policía

DECENAS DE POLICÍAS Y VECINOS ACOMPAÑARON A LOS FAMILIARES Y AMIGOS DE EMANUEL EN EL SEPELIO, QUE SE HIZO EN ENSENADA, Y EN LA INHUMACIÓN DE LOS RESTOS, EN EL CEMENTERIO DE BERISSO

Los vecinos de Tolosa que pasaron ayer por 531 entre 2 bis y 3 quedaron inquietos con la presencia de un patrullero y un móvil de la Policía Científica. Intercambiaron llamados, hasta que alguien los tranquilizó explicándoles que se trataba de un procedimiento pericial vinculado con lo mismo que les reavivó el miedo: el crimen del policía que en la madrugada del miércoles quiso frustrar un asalto al restobar Warhol, en 3 y 530.

Es que detectives de la DDI La Plata volvieron ayer al barrio, para analizar desde la escena los distintos testimonios obtenidos de vecinos, empleados del local y los clientes que estaban comiendo cuando se desató el infierno. Todos coinciden en el relato básico de la secuencia, más allá de algunas diferencias vinculadas con el sitio desde donde la vivieron y el shock que les produjo, explicaron los investigadores.

Mientras tanto, ayer fueron inhumados los restos de Emanuel Salas (29), el oficial de policía que prestaba servicios en la comisaría Primera de Ensenada y fue ejecutado a tiros.

Una larga caravana de autos siguió al coche fúnebre que, poco después de las 11 de la mañana, salió de la casa de “Sepelios Tabera”, de Ensenada, con destino al cementerio de Berisso. En ambos sitios se repitieron las escenas de tristeza, tanto como los gestos de incredulidad por el trágico final de este joven que había egresado de la Vucetich hace poco más de un año.

EN LA MIRA

El crimen ocurrió en los primeros minutos del miércoles pasado, cuando en el resto bar Warhol quedaban unos 10 comensales, algunos sentados en las mesas de la vereda. Entre ellos había algunos chicos. Y estaba el oficial Salas, vestido de civil, que había ido a cenar.

Llegó en su moto, se dispuso a tomar un agua saborizada mientras esperaba la comida y en eso entraron dos adolescentes, con armas en sus manos. Un tercero, de su misma edad, se quedó en la puerta.

Por lo que cuentan los testigos, el policía les dio la voz de alto y quiso sacar su arma, casi en el mismo instante en que uno de los ladrones abría fuego. Salas tenía colocado su chaleco antibalas debajo de la camisa, pero uno de los proyectiles le ingresó por la axila y otro le impactó en una pierna. No se sabe si el joven se agachó porque primero percibió este último tiro o porque se le cayó su pistola 9 milímetros. Lo concreto es que en un segundo se desplomó, herido de muerte. No llegó a disparar ni una sola vez. Los ladrones les quitaron las pertenencias a los clientes, tomaron el dinero de la caja y escaparon corriendo, realizando tres detonaciones más en inmediaciones de la esquina de 3 y 531. Ahí, dicen los testigos, tomaron un taxi que los habría estado esperando.

En total, la banda efectuó unos 7 tiros con una sola arma, del calibre 9 milímetros. Salas fue trasladado en un patrullero de la comisaría Sexta al Hospital Rossi, donde ingresó prácticamente sin vida.

Los pesquisas volvieron ayer al barrio, en busca de cámaras de seguridad callejeras y de viviendas particulares. Con estas últimas tuvieron más suerte.

Además, con la descripción que de los criminales hicieron los testigos, lograron confeccionar el identikit de uno de ellos. Los tres serían menores, de entre 15 y 17 años.

Los peritos buscaron huellas dactilares en el bar, algo que no sólo fue complicado sino que, eventualmente, resultaría irrelevante. Es que aunque los responsables tuvieran antecedentes no habría con qué cotejar la información, ya que los menores no son fichados.

Las sospechas apuntaron ahora a tres barrios, uno en Ringuelet, otro en inmediaciones de la bajada de la Autopista y uno cerca del arroyo El Gato. En simultáneo, los investigadores rastrearon entre taxistas que pudieron “trabajar” con la banda. Por ahora, el caso -a cargo del fiscal Marcelo Martini- no tiene detenidos. Pero al cierre de esta edición realizaban operativos que podrían ser clave.