“La noche”, ganadora, huele a espíritu “indie”

La película de Edgardo Castro, que escandalizó al BAFICI, se llevó el principal galardón del Festival Internacional de Cine Independiente de La Plata

La 12ª edición del Festival Internacional de Cine Independiente de La Plata culminó anoche con la proyección de “La noche”, la polémica cinta que resultó ganadora de la competencia principal del tradicional Festifreak.

El largometraje de Edgardo Castro, sórdida y realista fábula nocturna, sacudió con su decisión política de “ir al hueso” al BAFICI a principios de año, y volvió a hacerle en nuestra ciudad, donde el jurado compuesto por Julián D’Angiolillo (ganador del último festival con “Cuerpo de letra”), Maximiliano Schonfeld y Benjamín Naishtat se atrevió a darle el galardón principal a una cinta que explora los reveses nocturnos de su protagonista, envuelto en una turbia nube de sexo, drogas y alcohol: un continuado que parece infinito que se atreve a recorrerlo todo y que encarna el espíritu rupturista y osado que cierto cine independiente planta como bandera.

“Lo que quiero es que la gente que vea mi película sienta el mismo olor a sexo y mugre que yo siento cuando entro al cuarto oscuro en un boliche. La cámara tenía que sentir lo mismo que yo estaba viviendo y la idea era tener experiencias reales con todos esos no actores”, afirmó su director, que se impuso a otra de las películas que llegaba a la Ciudad como favorita, “El limonero real”, filme de Gustavo Fontán basada en una novela de Juan José Saer y que se pudo ver en La Plata en la Pantalla INCAA del Cine Select.

En la categoría de largometrajes, la mención especial fue para la película de Martín Solá, “La familia chechena”, “parte de una trilogía de la resistencia, de lugares que sufren el mismo conflicto, ocupados por potencias y no son reconocidos como países”, según relata el director.

“La familia chechena” cuenta la historia de Abubakar, un hombre de 46 años que participa en las Zikr, danzas rituales que hacen los musulmanes sufís chechenos. Abubakar considera a esta danza un exorcismo, una liberación de todo lo que ha padecido este pueblo en tantos años de ocupación. El filme es el reencuentro cotidiano que un checheno tiene con los dos pilares de toda sociedad: la fe y la cultura; encarnadas en las Zikr como lugar de choque entre lo sagrado y lo profano.

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