Pionera, con colecciones únicas y a la altura de los nuevos tiempos

Creada por la Provincia cuando la Ciudad apenas levantaba los primeros edificios públicos fue transferida a la casa de altos estudios en 1905. Desde entonces, no para de crecer

Si alguien cree que por la oferta del universo digital las bibliotecas públicas perdieron vigencia es porque no se dio una vuelta por la de la Universidad. La más importante e histórica de la Ciudad, creada antes, incluso, que la casa de altos estudios, y situada en el antiguo edificio que da a plaza Rocha, no hay tarde que no esté colmada de usuarios, la gran mayoría estudiantes pero también profesores, investigadores y público en general que van a buscar información específica o simplemente a disfrutar de la lectura en un clima distendido y amable.

Como todas las bibliotecas que en las últimas décadas apuntaron a algo más que sólo sobrevivir al impacto de las tecnologías, la de la Universidad siguió el principio básico de la conservación de la materia: se transformó. “No desapareció ni va a desaparecer; se va adaptando a las nuevas formas. Acá hay de todo: laptops, tablets, celulares, búsquedas por internet, equipos de estudio que trabajan tomando apuntes, retiro de material de soporte papel, gente mayor que le gusta la literatura. Se mantiene lo tradicional y se le suman las plataformas más modernas”, señala Norma Mangiaterra, directora de la Biblioteca Pública de la Universidad desde 2001 y protagonista directa de los vertiginosos cambios en la búsqueda del conocimiento que atravesaron todos estos años.

Para ganarle al desafío que presentan día tras días los avances de las tecnologías lo que se hace es pensar la Biblioteca como espacio, explica Mangiaterra. “Más allá de la colección que se disponga buscamos que el público venga no sólo con la necesidad de información sino también porque lo traen otras inquietudes y por eso tratamos de ofrecer alternativas que apuntan a un mayor impacto en la comunidad”, dice.

El inmenso edificio de arquitectura clásica, con numeroso ambientes, escaleras, y grandes salones iluminados a través de los ventanales que miran directo a la plaza, se divide en sectores abiertos todos a la curiosidad cultural de la gente. Se distribuyen, así, una sala de lectura parlante, una de lectura silenciosa, la nutrida hemeroteca, las salas-museo (con colecciones de un alto valor histórico y bibliográfico), la sala La Plata (alberga la colección de manuscritos de Alejandro Korn, entre otras), el centro de documentación para investigadores, la sala juvenil y el aula de navegación por internet. Pero para que el espacio no se limite al mero servicio de consulta y préstamo, también propone visitas guiadas y diversas actividades que se van programando a lo largo del año.

El inmenso edificio de arquitectura clásica, con numerosos ambientes, escaleras, y grandes salones iluminados a través de los ventanales que miran directo a la plaza, se divide en sectores abiertos todos a la curiosidad cultural de la gente

Quien visite el lugar podrá encontrar libros, mobiliario, obras de arte, archivos y documentos; periódicos de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX; textos desde el siglo XVI; mapas antiguos; una colección numismática; manuscritos europeos y americanos; la reciente muestra Libro Fotográfico; y una obra que es el “orgullo” de la institución: las “75 Joyas Cervantinas”, avalada años atrás por el filólogo español José Manuel Lucía Mejía.

La Biblioteca de la UNLP - y eso en particular quiere remarcar Mangiaterra - no es una biblioteca exclusiva del ámbito universitario. “Es pública y gratuita -subraya-, para toda la comunidad, sin distinciones”.

Ese espíritu abierto la caracteriza desde los principios de su historia. Nacida como Biblioteca Pública de la provincia de Buenos Aires, en 1887, por impulso de Francisco P. Moreno, fue transferida a la órbita de la Universidad en 1905. El 20 de noviembre de 1934 se colocó la piedra fundacional en su actual emplazamiento, en un acto que encabezó el entonces presidente de la UNLP, Ricardo Levene. El edificio se levantaría frente a plaza Rocha entre diagonal 78 y 7, una zona fuera de los predios universitarios, justamente, para que cumpliera una función eminentemente pública, y así, en ese lugar se acercaría más a cualquier punto de la Ciudad.

Hoy, transcurrida ya una más que centenaria trayectoria, la Biblioteca Pública de la Universidad la utiliza un promedio anual de 60 mil usuarios.

 

DATOS
Ubicación: Plaza Rocha entre diagonal 78 y 7

Libros: 600 mil ejemplares disponibles
Alejandro Korn
Biblioteca Pública
José Manuel Lucía Mejía
Joyas Cervantinas
Libro Fotográfico
Norma Mangiaterra
Ricardo Levene
Universidad

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