Celulares, huellas y autopsias, claves para saber qué pasó
| 25 de Agosto de 2016 | 02:03

Una de las pocas certezas que parecían tener los investigadores del doble crimen de Gorina era que las víctimas habían sido ejecutadas dentro de su camioneta, justo antes o después de chocar contra algunos postes y una columna de alumbrado, en 490 entre 136 y 137. Pues bien, con el informe de las autopsias y peritajes balísticos, ya no están tan convencidos de eso.
Es que, si se suman los plomos hallados dentro del habitáculo y los balazos que recibieron Guillermo Luna y Laura Favre, la conclusión es que hubo por lo menos nueve detonaciones, mientras que dos testigos coinciden en decir que escucharon “entre cuatro y cinco”, además del estruendo del choque.
Un investigador especuló con que “parece cada vez más probable que les hayan disparado en otro lugar para luego dejarlos ahí”. Recordó que esos mismos testigos refieren haber escuchado “avanzar a un vehículo a toda velocidad”, en esas calles de tierras y pozos que obligan a conducir a no más de 30 kilómetros por hora.
Hay otros dos detalles que desvelan a los detectives: la posición del cuerpo de Luna y que tuviera sangre en las rodillas, “cuando, por su postura y las heridas, las manchas sólo podían estar por encima de la cintura”.
Con la información que tienen, reconstruyeron dos secuencias posibles: Luna y su mujer fueron a cenar con conocidos, acordaron trasladarse a otro lugar con una pareja y, en el trayecto, hubo una pelea que terminó a los disparos. Hubo dos tiradores. Y, con el médico y Favre heridos, o ya muertos, uno de los asesinos condujo a toda velocidad hasta estrellarse. En el volante encontraron huellas de sangre.
En el lugar del impacto hubo más detonaciones, se supone, para rematar a alguna de las víctimas. O a las dos. “Es posible que Luna haya querido escapar por el baúl, o que lo hayan trasladado ahí, con la espalda apoyada en el asiento trasero y las piernas recogidas”, analizó un perito.
Un testigo que se asomó a la ventana de su casa después de escuchar los estruendos vio “a un hombre que subía y bajaba de la camioneta”, quizás recogiendo las vainas servidas, y a una mujer de baja estatura, con la que se pusieron a discutir. “En ese momento decidió llamar al 911”, dijo un jefe policial. A metros de la trompa de la Kia, los peritos encontraron dos casquillos de 9 milímetros y una bala intacta de calibre 45, junto con una extensión de cabello y un guante de trabajo de color azul.
El mismo testigo contó que vio a la mujer cuando se alejó de su acompañante, caminando en dirección al baúl de la camioneta. A 300 metros de allí, en ese mismo sentido, el martes encontraron una toalla con sangre y el otro guante.
La dueña de una casa cercana al sitio donde se levantaron estos elementos declaró haber escuchado el paso de un vehículo a toda velocidad, el choque, los disparos y, más tarde, “corridas” que alteraron a sus perros. Dijo que ladraron mucho, pero como eso parece ser algo frecuente, no le llamó la atención.
Otra secuencia posible es que los homicidas sorprendieran a Luna y su mujer cuando regresaban a la casa. ¿Llevaban las armas para usarlas? Es posible.
El médico fue policía y se especuló con la posibilidad de que portara una pistola 9 milímetros. Según fuentes oficiales, si la tenía, no estaba registrada. Para esclarecer un crimen, sobre todo si es complejo, la cuestión a dilucidar es el móvil, porque a partir de eso se pueden identificar sospechosos, despejar coartadas y cotejar evidencias.
Cuentan que los peritos hicieron en la escena un muy buen trabajo, colectando huellas y rastros, mientras los investigadores se concentran en los testigos, allegados a las víctimas y el rastreo del único celular que encontraron hasta ahora: el de Favre.
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