Las economías del país y de la región pierden con la crisis
Edición Impresa | 30 de Octubre de 2017 | 03:21

Por CIARAN GILES (*)
MADRID.- Xavier Gabriel puede considerarse en parte el responsable de que la pequeña localidad de Sort, en los Pirineos catalanes, sea una de las más famosas de España.
Gestiona una agencia de lotería llamada La Bruja de Oro, en un pueblo cuyo nombre en catalán significa “suerte”. Su fortuna al haber repartido varios premios millonarios dio a conocer su marca y le sirvió para forjar un exitoso negocio en internet.
Pero la crisis que rodea al proceso independentista de Cataluña ha cambiado la vida de Gabriel, de 60 años. La suya es una de más de 1.500 compañías que trasladaron su sede social fuera de la adinerada región del noreste de España en las últimas semanas. Su principal miedo es no seguir amparados por las leyes españolas y europeas si Cataluña logra independizarse finalmente, arrastrando a sus negocios a un territorio desconocido. “Llegó el momento de tomar una decisión”, explicó Gabriel, que da trabajo a 16 personas y se considera un catalán orgulloso de serlo.
MUCHA INCERTIDUMBRE
Como la de Gabriel, la inmensa mayoría de las empresas que movieron su sede no trasladaron a sus empleados ni sus activos, como participaciones bancarias o equipos de producción. Por el momento, es principalmente una fórmula para obtener seguridad legal. Pero a medida que se agrava la crisis política, el riesgo es que las empresas demoren sus inversiones y contrataciones. Hay evidencias de que los turistas están limitando sus reservas, quizás asustados por las imágenes de los medios de comunicación que muestran represión policial, manifestaciones callejeras y huelgas.
Y la situación podría empeorar aún más: la decisión que tomó el viernes el gobierno central en Madrid de asumir el control de la región podría salirse de control si se topa con una resistencia popular, ya sea de los ciudadanos de a pie o de autoridades locales como la policía autonómica, los Mossos D’Esquadra.
“No hay absolutamente ninguna duda de que esta crisis está teniendo un efecto muy perjudicial sobre la economía”, apuntó Javier Díaz Giménez, profesor de Economía en la IESE Business School.
Por el momento, las bolsas españolas han registrado pérdidas moderaras, reflejando la aparente creencia de los inversionistas de que las tensiones terminarán resolviéndose. El Ejecutivo central convocó elecciones en Cataluña para el 21 de diciembre y más tarde podría considerar revisar la Constitución española para aplacar a algunos de los partidarios de la secesión. Pero este proceso podría tomar algún tiempo dado el nivel de confrontación entre ambos bandos, agregó Díaz Giménez.
En la lista de empresas que cambiaron su sede están los dos principales bancos de la región, CaixaBank y Sabadell, ambos entre las cinco principales entidades financieras de España. El fabricante de cava Codorniu, un vino espumante que dio fama a Cataluña, se unió a la ola de traslados mientras que uno de sus principales rivales, Freixenet, planea seguir sus pasos si avanza el proceso secesionista. El grupo editorial Planeta, el más importante del mundo en español y el segundo de Francia, también cambió su dirección.
Las acciones de CaixaBank, Sabadell y otras empresas han tenido cotizaciones volátiles en las últimas jornadas: cayeron tras la consulta independentista del 1 de octubre y subieron drásticamente tras dar a conocer el traslado de sus sedes.
La crisis llega, irónicamente, cuando España disfrutaba de una de las mayores tasas de crecimiento de Europa. Su economía, la cuarta mayor de la eurozona que agrupa a las 19 naciones que tienen el euro como moneda, creció a una tasa del 0,9% en el segundo trimestre de 2017, comparada con el trimestre anterior. El gobierno ha mantenido su previsión de crecimiento para 2017 en 3,1%, pero revisó su estimación para 2018 del 2,6% al 2,3% como consecuencia de la crisis.
El turismo parece el sector más afectado por el momento. Representa cerca del 11% del PBI de España, de 1,1 billones de euros, y Cataluña y su capital, Barcelona, proporcionan una quinta parte de esa cifra al ser el destino más popular entre quienes visitan el país. Sólo en Barcelona, las reservas bajaron un 20% comparadas con 2016. Si la tendencia continúa hasta fin de año, podría generar pérdidas de hasta 1.200 millones de euros en el sector, lo que podría repercutir en el empleo.
(*) Analista de AP
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