Entre multitudes, paros y nuevos indicadores que preocupan a todos

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Grandes movilizaciones dominaron la escena esta semana. A la masiva protesta sindical del martes se agregó el miércoles una enorme movilización de mujeres. Unos días antes se había producido la marcha de los docentes. ¿Es todo parte de una misma cosa? Nunca hay un solo elemento que explique movilizaciones multitudinarias. En estos casos, además, los disparadores han sido bien diferentes.

La marcha de mujeres reeditó, de alguna forma, las movilizaciones impresionantes detrás del slogan “Ni una menos”. Fue una forma de decir basta a la cultura machista, a la discriminación, al atropello y al abuso contra la mujer. Bajo ese paraguas se acomodan reclamos, consignas y posiciones distintas. Hay, desde luego, un común denominador: el reclamo de respeto e igualdad. A partir de ahí, grupos radicalizados levantan banderas que no cosechan el mismo respaldo.

Lo de la CGT fue diferente, aunque la falta de unanimidad también caracterizó a la marcha. Un dato central: la marcha fue masiva, de una magnitud que no se veía, quizá, desde las épocas de Ubaldini. Pero las internas estallaron frente a las cámaras de TV y se transmitieron en directo. Quedó en evidencia la falta de un liderazgo firme y nítido; también la falta de cintura y de muñeca para liderar una etapa en la que el peronismo aparece fragmentado tras una histórica derrota electoral.

Una ocurrencia en las redes sociales sirve como síntesis: “Estamos viendo en colores lo que ya vimos en blanco y negro”. Para muchos, las escenas del martes tienen más de pasado que de futuro.

Mientras tanto, se agudizó el conflicto docente a un extremo que genera desconcierto. Es una pulseada aparte, con una lógica distinta, pero que se emparenta con otros reclamos para montar un escenario de fuerte desafío sindical ante el Gobierno de Macri.

Mañana seguirá el paro docente en la Provincia y vendrán después cuatro paros docentes a escala nacional. Los padres miran con angustia e impotencia. Los chicos no saben dónde están parados.

En este contexto, hubo indicadores inquietantes esta semana: la inflación de febrero fue del 2,5% y abre dudas sobre la meta del 18 anual que maneja el Gobierno. La pobreza (según la medición de la UCA) ya alcanza al 32 por ciento de la población. Es, sin duda, el dato más doloroso de la realidad.

En definitiva, el país empieza a recorrer el año electoral en medio de tensiones y desafíos de grueso calibre.

Por lo menos empezó el fútbol, que también había quedado atrapado en la lógica del reclamo y el conflicto. Fue con parches. Quedó claro que la crisis de los clubes exige un replanteo de fondo que por ahora no se ve. La AFA se ha convertido en una especie de vergüenza nacional que no da garantías de nada.

Como si faltaran conflictos y reclamos, estallaron los vecinos del tren. La electrificación del Roca iba a llegar ayer a City Bell. Pero lo impidieron habitantes de Hudson y de la zona de Pereyra, porque no aceptan que no pare en esas estaciones.

La crónica cotidiana exige, como siempre, grandes dosis de paciencia para ser digerida. Quizá con el otoño, al menos baje la temperatura. Será un alivio para celebrar.

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