“No imagino mi vida sin música”

El hijo del ex líder de Pink Floyd trae mañana su música influenciada por el jazz y el rock progresivo a la Ciudad, junto al prestigioso guitarrista Larry McNally

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Por Pedro Garay

Harry Waters, pianista, hombre de jazz e hijo del ex líder de Pink Floyd Roger Waters, llega mañana a la Ciudad para brindar el primero de tres recitales en tierra criolla junto al prestigioso guitarrista Larry McNally.

Y ya no es más aquel niño que susurraba con sólo 3 años “look mommy, there’s an aeroplane up in the sky” (“mira mami, hay un avión, ahí arriba, en el cielo”) en la mítica “Goodbye, blue sky”, de la obra cumbre de Waters padre, “The Wall”: “Ser el hijo de Roger Waters ayuda a abrir puertas a veces, pero luego tenés que estar en condiciones de sostenerlo”, afirma en la previa de sus presentaciones en Argentina quien tras aquel “debut” musical pasó su infancia junto al piano, y quien desde entonces ha construido una carrera ligada al jazz y al rock progresivo en paralelo a su padre, dirigiendo musicalmente desde 2002 el conjunto de papá Roger y con colaboraciones para Eddie Vedder, Tom Jones, Nick Cave, Primus y The Grateful Dead.

“La música es una parte de mi, lo ha sido desde que soy joven. No imagino una vida sin ella: si no estoy tocando música, paso buena parte de mi tiempo cantando en mi cabeza. Y estoy seguro que lo mismo le sucede a la mayoría de los músicos”, afirma el tecladista en diálogo con EL DIA, y revela que su inmersión en el mundo del sonido no se dio a partir de sus clases de piano, que comenzaron a los ocho años, o desde la música de su padre y Pink Floyd, sino a partir de “un disco de los Beach Boys”.

“El show presentará material completamente original, una mezcla de nuestras influencias en común: The Eagles, The Band, Van Morrisson, Little Feat”, adelanta Harry

Harry, reconocible por una impresionante barba, es diferente a Roger también en tanto que no escribe letras, el talento saliente del compositor de “Dark side of the Moon”: “Nunca lo intenté seriamente: he escrito algún poema pero nunca sentí el deseo de escribir letras de canciones”, explica.

ENCUENTRO

Lo suyo está fuertemente influenciado por el jazz, un camino que lo llevó emparejarse con Larry McNally. Compositor de grandes hits para artistas como Rod Stewart, Joe Cocker, Chaka Khan, Bonnie Rait y The Eagles, McNally se presentará junto a Waters mañana por la noche, desde las 21, en 43 entre 7 y 8, previo a sus shows en La Trastienda, el sábado, y la Sociedad Italiana de Morón, el domingo.

“Conocí a Larry en una fiesta e inmediatamente nos unió el mutuo amor por la música de Nueva Orleans. Comenzamos a tocar juntos poco después y pasamos los dos últimos años escribiendo canciones y puliendo nuestro estilo”, reveló Waters, quien junto con su compañero, además de girar por el mundo, prepara un disco con algunas composiciones que se escucharán mañana y que pueden accederse desde el sitio de Harry.

“El show presentará material completamente original, una mezcla de nuestras influencias en común: The Eagles, The Band, Van Morrisson, Little Feat”, adelanta Harry. Los dos músicos estarán acompañados en su visita al país por el baterista Jorge Araujo, actual Gran Martell y ex Divididos, y por el bajista Federico Palmolella, destacado artista de la escena del jazz local.

La serie de recitales marcará el regreso de Waters al país por cuarta vez. “Amo Argentina, siempre tengo grandes experiencias allí”, afirma el músico. Y recuerda “tocar jazz allí, y también aquel concierto en River: eso fue algo especial, un récord mundial”, en referencia a su última visita, en 2012, junto a la banda de su padre, para presentar “The Wall” en el Estadio Monumental, ante la que considera “una de las mejores audiencias en el mundo, muy apasionados por la música. No tengo dudas que los que vengan a nuestro show no se desilusionarán”.

¿Volverá Harry a tocar con Roger si presenta, como anunció, “The Wall” en la frontera entre México y Estados Unidos? “¡Habrá que esperar y ver qué pasa!”, dice el Waters joven, poniendo paños fríos, aunque, como su entusiasta padre, cree “definitivamente” que el arte debe ser rebelde, “un medio para expresar lo que uno cree”.

 

 

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