“En el turf argentino falta hambre”

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La tarde que Irineo Leguisamo corrió por última vez en el Hipódromo de Palermo, Jorge Valdivieso era un simple peón y vareador de caballos de carrera con sueños de ser algún día un buen jockey. Era el año 1973 y Leguisamo se retiraba después de haber sido un ídolo total en el turf nacional.

Eran épocas ilustres y gloriosas de la hípica nacional. Años en los que Valdivieso, recién llegado de Bowen, un pueblo del departamento de General Alvear en Mendoza, se formó como jockey y como hombre. Después los sueños se hicieron realidad y llegó a la cima sin que nadie le regalara nada.

“Para tener un lugar destacado en el turf argentino, hay que tener mucha hambre. Sin hambre no hay nada, al menos en esta profesión. Yo fui peón en Palermo, vareador, aprendiz, jockey, entrenador y ahora juez de raya en el Comisariato de San Isidro”, recuerda Valdivieso.

“Los jockeys foráneos vinieron con un talento natural pero se hicieron grandes en la Argentina. Pasó con Leguisamo, con Jara, Sanguinetti, Falero y Herrera, todos se dedicaron a full. No tuvieron tiempo para divertirse. Trabajaron, trabajaron y trabajaron. ¿Está claro? Nadie les regaló nada, ellos solos vieron que había un turf competitivo y que eso sólo se resolvía con sacrifico, inteligencia y poca farra. Y así fue que llegaron a un lugar de privilegio”, abundó para explicar el fenómeno.

Valdivieso analiza la noción del hambre de gloria como algo fundamental. “Acá es así y no hay vuelta que darle. Uno puede tener mucho talento pero si no hay un fuerte sacrificio no se llega a nada. Hay que levantarse a las 5 de la mañana para ensayar con los caballos, hay que hablar con los entrenadores, hay que hablar con los propietarios, hay que cuidar el peso, hay que dormirse temprano para no andar con sueño, no hay que fumar y no hay que tomar alcohol. No es fácil la vida de un jockey”, enseñó.

Valdivieso ya tiene casi 60 años. Mantiene su pelo rubio, sigue siendo el tipo modesto de toda la vida y trabaja con mucha pasión en su nueva función como juez de raya.

“Toda mi vida fue el turf. Acá estoy en San Isidro después de haber pasado por una vida que yo soñaba de muy chico en mi pueblo de Bowen. Quise ser jockey y lo fui y también quise ser entrenador y lo fui. Soy un agradecido de la vida, pero también es cierto que tuve un altísimo sentido del sacrificio para llegar, mantenerme y retirarme en el año 2007 con dignidad”, analizó.

Valdivieso se retiró de la profesión de jockey después de ser el último ganador de La Triple Corona con el caballo Refinado Tom en 1996. Nadie más la ganó. Todavía, en forma imaginaria, se escuchan los gritos de “Vamos Valdi todavía”. Fue el jockey argentino más famoso, más eficaz, más serio, más humilde, más competitivo en una época en la que surgieron Pablo Falero y Jacinto Herrera, uno uruguayo y otro peruano, quienes vinieron a quedarse con todo.

“Falero es un jockey muy serio, muy clásico, muy profesional. Jacinto era capaz de ganar una carrera espectacular y después perder otra sin sentido. Los dos sabían mucho arriba de un caballo. Lo demuestra ahora Falero con 50 años”, reconoció.

Valdivieso corrió caballos de la talla de Mat Boy, Farmer, Faín y Refinado Tom, todos de primer nivel local e internacional. Ganó más de 5.000 carreras y se alzó con 5 Gran Premio Nacional, 3 Polla de Potrancas, 2 Pollas de Potrillos, 2 Carlos Pellegrini, 2 Latinoamericanos, 1 Jockey Club y 2 Dardo Rocha. Todos estas victorias lo convirtieron en el jockey argentino más firme, seguro y eficiente de la hípica nacional.

“De los jinetes que vi me quedo con Eduardo Jara, quien llegó al país y utilizó el filete en lugar del freno. Sin dudas que marcó una gran época. De ahora me sigue gustando Falero y también elijo a Juan Carlos Noriega , el mejor entre los argentinos. Lo conozco desde hace muchos años y sé de su enorme sacrificio y seriedad”, consideró.

“No cualquier jinete le puede correr los caballos a un entrenador como es Roberto Pellegatta. Noriega es sinónimo de trabajo y, por lo tanto, ya se ha ido ganando un lugar importante en el turf argentino. También me gusta muchísimo Francisco Goncalves, el brasileño. Corre bien la corta distancia y también la larga. Y sólo tiene 26 años y puede llegar a ser una cosa seria”, concluyó.

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