Adios a Sam Shepard: cowboy crepuscular e ícono del teatro y el cine
Edición Impresa | 1 de Agosto de 2017 | 04:25

El dramaturgo, guionista y actor Sam Shepard falleció el pasado jueves a los 73 años de edad, por las complicaciones derivadas de la ELA que padecía, según informó ayer un portavoz de su familia, y con él desaparece uno de los artistas contemporáneos más importantes de Estados Unidos.
Su mirada dura y afilada, su presencia imponente como la de un “cowboy” crepuscular pero intrépido, y su alergia a la fama modelaron la figura de Sam Shepard, uno de los grandes dramaturgos estadounidenses de las últimas décadas y también un actor muy apreciado dentro del cine.
Ganador del Pulitzer en 1979 por su obra teatral “Buried Child” y candidato al Oscar al mejor actor secundario por el filme “The Right Stuff” (1983), la trayectoria de Shepard recorrió todos los paisajes posibles, desde su influyente y celebradísima labor como autor teatral a sus trabajos en el cine como actor y guionista, pasando por diversas aventuras con músicos de la talla de Patti Smith y Bob Dylan.
La trayectoria de Shepard recorrió todos los paisajes posibles, desde su celebrada labor como autor teatral a sus trabajos en el cine como actor y guionista
Nacido como Steve Shepard Rogers en Fort Sheridan, en el estado de Illinois, el 5 de noviembre de 1943, su infancia estuvo marcada por el alcoholismo de su padre, unos problemas con la bebida que Shepard también sufriría a lo largo de su vida, y los constantes cambios de domicilio provocados por su oficio, piloto de avión del Ejército.
LOS AÑOS NEOYORKINOS
Su despertar artístico tuvo lugar en Nueva York en los años 60, un hervidero cultural en el que Shepard comenzó a hacerse un nombre escribiendo obras dentro del circuito alternativo y rupturista del Off-Broadway. Abandonó sus estudios de Arquitectura para emprender una gira con una compañía de teatro parroquial que le lleva hasta Nueva York, donde pronto entra en contacto con las tendencias vanguardistas del East Village. Durante esta etapa sobrevivió como camarero en la sala Village gate, donde conoció a, entre otros, a Woody Allen y Nina Simone.
En 1963, instalado ya en el bohemio barrio neoyorquino de Greenwich Village, estrenó “Cowboys”, su primera pieza teatral, y tres años después deja su trabajo como camarero para dedicarse por entero a su actividad literaria. En aquellos años neoyorquinos se hizo muy amigo de la cantante Patti Smith, con quien escribiría a cuatro manos la obra “Cowboy Mouth”. Y también se unió a otro músico de renombre como Bob Dylan para uno de los proyectos más extraños y singulares de la carrera del genio de Minesota: el filme “Renaldo and Clara” (1978), que dirigió Dylan y escribió junto a Shepard.
Aunque nunca dejó de lado su trayectoria como dramaturgo, poco a poco empezó a encaminar sus pasos hacia el cine, donde como autor firmó los guiones de las cintas de culto “Zabriskie Point” (1970), de Michelangelo Antonioni; y “Paris, Texas” (1984), de Wim Wenders.
Pero fue como actor de la pantalla grande como se ganó el respeto y aprecio del gran público gracias a sus papeles en largometrajes como “Days of Heaven” (1978), “The Right Stuff” (1983), “Steel Magnolias” (1989), “The Pelican Brief” (1993), “Black Hawk Down” (2001) y “The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford” (2007). Uno de sus últimos trabajos como actor fue en la serie “Bloodline” de la plataforma digital Netflix.
SOBRE TABLAS
El grueso de su labor, sin embargo, estuvo en el teatro: con más de cuarenta títulos en su aclamada bibliografía, la obra de Shepard destaca por su profundidad a la hora de revelar las sombras y miserias del sueño estadounidense con historias que apenas dejan lugar para la esperanza. El derrumbe de la familia, el hundimiento de la “América profunda” y la soledad trágica de la vida rural fueron algunos de sus temas preferidos en obras como “Buried Child” (ganadora del Pulitzer en 1979), “Curse of the Starving Class” y “A Lie of the Mind”.
Mientras trabajaba y se convertía en un ícono, Shepard fue alejándose progresivamente de las ciudades para vivir en el campo y rodeado de la naturaleza
Mientras trabajaba y se convertía en un ícono, Shepard fue alejándose progresivamente de las ciudades y de la atención de los medios de comunicación para vivir en el campo y rodeado de la naturaleza sin mayores agobios. Durante casi tres décadas estuvo relacionado sentimentalmente con la actriz Jessica Lange, con quien finalmente rompió en 2009 tras tener dos hijos. Previamente, Shepard había estado casado con la también intérprete O-Lan Jones, la madre de su primer hijo.
Tras conocerse la muerte de Shepard, numerosas voces del mundo de las artes en Estados Unidos expresaron ayer su tristeza en las redes sociales. “Sam Shepard es uno de los grandes. Estos ojos vieron tanto y él escribió de lo que vio con una honestidad valiente y eterna. Descansa en paz, maestro”, señaló en Twitter el guionista y dramaturgo Beau Willimon.
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