En San Bernardo, los platenses siguen jugando de local

Tranquilidad, seguridad y precios no tan caros son razones por las que los vecinos de la Ciudad siguen eligiendo el balneario

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ENVIADOS ESPECIALES

Textos: Laura López Silva
Fotos: Dolores Ripoll

San Bernardo es un balneario que se fundó hace un poco más de 70 años y desde hace décadas son muchos los platenses que lo eligen como un segundo hogar para pasar sus vacaciones en familia ya sea en casas y departamentos propios como en otros alquilados o en hoteles. Más allá de que las inmobiliarias dan cuenta de que muchos de sus inquilinos son de nuestra ciudad, ver tantas camisetas de Gimnasia y Estudiantes entre los turistas demuestra este fenómeno que se repite temporada tras temporada.

Algo que caracteriza a estas playas es su ambiente familiar. Bajo las sombrillas y en las carpas frente al mar se reúnen padres, hijos y abuelos. Si bien los tiempos han cambiado y la tecnología copó la arena, no dejan de verse juegos de tejo, pelota-paleta y el clásico fútbol-tenis compartidos por las tres generaciones.

“Vine a pasar fin de año con mis hijos porque me encanta la ciudad, hace un par de años que elegimos San Bernardo para las vacaciones. Es tranquilo, familiar, tenés todo cerca y es bastante seguro. No me da miedo que los chicos se manejen solos”, contó José Ledesma, el papá de Matías, Martina y Lucas que desde que llegaron no se quieren mover de la playa: “Llovió dos o tres días e igual vinimos a tomar unos mates frente al mar”, reveló la única mujer del grupo.

Los Ledesma sólo se van a quedar una semana en San Bernardo, porque es hasta donde dio el presupuesto. “Somos muchos y no podemos gastar más”, contó José y habló de los precios en relación al año pasado: “no hay mucha diferencia en lo que es entretenimiento. Nosotros contratamos el hotel con media pensión y con el tema de las comidas estamos casi cubiertos”.

Sin embargo, para Daniel Fraga, un ensenadense que va a estar durante diez días en el balneario junto a su hijo Leonel y su mujer Graciela Pérez, “hay un aumento de entre el 10 y 20% respecto al año pasado en lo que es hospedaje y comidas. Pero uno sabe que en las vacaciones se hacen gastos extra, hay que disfrutar sin preocuparse”, dijo y destacó que desde hace cinco años sigue eligiendo este destino turístico porque “es hermoso, con mucha paz”.

“Nosotros hace cinco años que pasamos las vacaciones acá, y antes de estar de novios cada uno venía con su familia. No nos conocimos acá de casualidad”, contó Matías Binelli mientras le cebaba un mate a Silvina Noccetelli, ambos también oriundos de Ensenada.

La joven pareja no notó una fuerte suba de precios. “Todas las temporadas aumentan un poco. Quizás como venimos siempre y solemos saber dónde están las mejores ofertas no gastamos mucho más de lo que estipulamos. No compramos todo lo que se vende en la playa, tratamos de traer algo para almorzar ya preparado y por ahí compramos algo para el mate. Tampoco salimos a cenar todas las noches “, analizó Matías.

CUESTIÓN DE NÚMEROS

La temporada arrancó con muy buen clima, salvo dos o tres días de lluvia, y eso anima a los empresarios y comerciantes de la Costa que si bien notan a los turistas más ahorrativos, saben que la compañía del sol es una variante fundamental para que el saldo de positivo en los balances de principios de marzo.

Eso sí, pasear por la avenida Chiozza, la arteria comercial que corre paralela a la calle costanera, en un día de sol durante el mediodía es casi como estar en una ciudad fantasma. “La gente no viene a almorzar. Alguna que otra familia que hace un corte del día de playa pasa y se sienta, pero la mayoría prefiere salir a comer a la noche”, contó un empleado de una céntrica y agregó que “los turistas hacen las compras en el supermercado como cuando están en sus casas. Desde media mañana los ves pasar con las bolsas. Es una forma de ahorrar algo y poder seguir disfrutando de la playa”.

Y es que un almuerzo de menú completo con bebida y postre promedia los 300 pesos por persona y la cena suele aumentar alrededor de 50 pesos más.

En cuanto a los precios gastronómicos de la playa, una docena de churros está 100 pesos, al igual que un vaso de licuado o jugo de 750cc; un choclo o un superpancho cuesta 40 pesos; y recargar el termo con agua caliente tiene un valor de 20 pesos.

Para el sector de los servicios, alquilar una carpa cuesta 800 pesos diarios y muchos turistas las eligen “para garantizarse un lugar en la playa, tener a la familia cómoda y poder acceder libremente a los baños y vestuarios”, contó el encargado de un balneario que tiene le tiene fe a la temporada: “No explotamos de visitantes, pero tampoco falta gente. Además, esto recién empieza”.

 

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