Por N. Nardini.- Un baño de realidad para nuestro fútbol, que sigue lejos de la élite

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Por NICOLÁS NARDINI

nnardini@eldia.com

El mazazo que el ignoto Al Ain le propinó a River, privándolo de la clasificación a la final del Mundial de Clubes de la FIFA, no sólo representa la peor actuación histórica de un representante del fútbol argentino desde que se instaló el formato vigente, sino que además es un clamoroso llamado de atención para saber dónde está parada en la actualidad nuestra competencia. Puede ser visto como un baño de realidad, después de creer en el espejismo que fue la utilización del Santiago Bernabéu para dirimir quién sería el ganador de la Libertadores.

En la llegada al teatro de la Casa Blanca del fútbol, más de un desprevenido creyó que nuestros clubes estaban codeándose con la élite, cuando en verdad se trató de una determinación entreguista por parte de los popes del fútbol sudamericano, vista por la centralidad del fútbol europeo con más sorna que admiración. Si desde hace décadas los poderosos de Europa se llevan nuestra materia prima por cifras cada vez más irrisorias si se las compara con lo que se abona por los traspasos entre los clubes de la órbita UEFA, el toque de gracia fue la entrega de la final de la Copa Libertadores. Los delincuentes que tiraron piedras al bus de Boca resultaron funcionales a los intereses de los que soñaban con transnacionalizar la “final más grande de la historia”. Poco importaron los 65 mil que habían comprado su ticket en buena ley para asistir al estadio de Núñez.

Más allá del accidente de la historia que resultó ser el River-Boca en el Bernabéu, nuestro fútbol parece alejarse de manera preocupante de la élite. El sueño del Millonario era plantar cara el sábado venidero ante el Real Madrid. Irían por el desquite de aquel encuentro sin equivalencias del Mundial 2015 ante un Barcelona abrumador que jamás les permitió siquiera entrar en ritmo de partido a los de Gallardo. Sin embargo, esta vez la cosa fue aún peor: el representante Conmebol se quedó en el camino antes del choque decisivo. Quizás la excesiva confianza y la imposibilidad de cortar la resaca post festejo de la Libertadores, le dieron forma a una trampa que dejó a River fuera de carrera antes de tiempo.

De todos modos, ninguna de las dos cuestiones resulta verosímil para justificar semejante decepción. Si Al Ain tenía ribetes de “equipo amateur” (razonamiento cuestionable pero que se oyó hasta el hartazgo en la Argentina) pues aún era mayor la obligación de la escuadra de la banda.

El formato de Mundial de Clubes lleva ya 14 ediciones y cero títulos para los equipos argentinos. Un dato tan doloroso como demoledor. Es más, la última vez que un representante de nuestro país compitió en serio por el título fue en 2009, cuando el Estudiantes de Sabella llevó a la prórroga al mejor Barcelona de la historia, el de Pep y Leo. Aquella fue una demostración de que con trabajo y humildad se pueden equiparar las abismales diferencias de presupuesto. Pero de ese momento pasaron ya nueve años, un lapso en el cual nuestro fútbol -los hechos están a la vista- profundizó su involución hasta llegar al papelón de ni siquiera meterse en el partido final. Quien quiera oír que oiga. A barajar y dar de nuevo.

 

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