Un fenómeno que se nota en barrios de La Plata

Por MARCELO IAFOLLA

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Marcelo Iafolla (*)

La pobreza de los chicos también se nota en la Región, en la situación de sus familias afectadas por la desocupación y las changas cada vez más espaciadas. Por otro lado, en el aumento desproporcionado de los servicios y los artículos de primera necesidad y segundas marcas. Refiriéndonos a los programas sociales (AUH, Progresar, etc.) la inflación superó ampliamente los aumentos a estos beneficios.

Uno de los indicadores de esta realidad que se observa cada vez más en los barrios es la demanda de alimentos a las entidades intermedias y a los comedores.

Si hasta hace algunos años estas instituciones se concentraban en otro tipo de actividades, como la oferta de cursos y capacitación, hoy vuelven a ser requeridas para necesidades básicas como la alimentación.

Otro indicador del deterioro de la situación de las familias es el regreso de los barrios de estrategias de supervivencia propias de los años ´90, como los clubes del trueque que han regresado en algunos barrios platenses en su versión más clásica, de intercambio directo de bienes como ropa o alimentos elaborados.

Son cada vez más las familias que tienen dificultades para afrontar el costo de los servicios y uno de los renglones en los que más se nota es el del gas: la garrafa social no existe más y son cada vez más hogares los que cocinan con leña.

En los barrios circula el lenguaje del hambre. La falta de trabajo impide la nutrición y la ternura, aleja a los chicos de la educación y la salud, deteriorando la calidad de vida. Qué perverso resulta sembrar el hambre en un país hecho de pan.

(*) Subdirector del área de Niñez y Adolescencia, Comisión Provincial por la Memoria.

 

 

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