Pidieron la preventiva para los dos acusados del doble crimen del Savoia

El fiscal Marcelo Romero solicitó que Laura Sosa y Raúl Basualdo sigan detenidos, por lo menos, hasta el juicio que ventilará los crímenes ocurridos a metros de una casa donde había una fiesta. Testimonios clave

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El fiscal Marcelo Romero pidió ayer la prisión preventiva para los dos imputados en el doble crimen del barrio Savoia, ocurrido hace 13 días a metros de una casa en la que se desarrollaba una fiesta familiar.

Romero entiende que los homicidios son “calificados” porque fueron cometidos con alevosía, agravante que consideró fundamentado por “el medio empleado para su factura, las zonas del cuerpo escogidas para infringir las lesiones, todas decisivas para el sostenimiento de la vida, la imposibilidad de defensa de las víctimas y la conducta de ambos encartados, quienes (actuaron) sin mediar palabra, intempestivamente y con la garantía de que las mismas no se encontraban en condiciones de defenderse”, según el planteo al que accedió este diario y que deberá resolver el juez Pablo Raele.

Los imputados son Laura Elizabeth Sosa, de 21 años, embarazada de 5 meses y apodada “Lau”, quien está detenida sospechada de haber matado de una puñalada por la espalda a Francisco Rubén Octavo Benítez (21). Y Raúl Ignacio Basualdo, de 25 años y con antecedentes penales, acusado de asesinar (con la misma mecánica) a Maximiliano Ezequiel Mengarelli (24).

FUNDAMENTOS

Según Romero, está acreditado que los homicidios sucedieron “el día 20 de enero de 2018, en las primeras horas de la mañana, en las inmediaciones de la finca” situada en 7 entre 475 y 476, “en el contexto de una contienda del momento en la que confrontaban varios sujetos”.

Laura Sosa -que hasta el día del hecho vivía en esa casa -nunca declaró, mientras que Basualdo -asistido por un abogado particular- habló para desligarse del caso.

A los dos los complican distintos testimonios y la filmación de una cámara de seguridad cercana a donde se desarrolló la pelea.

Uno de los testigos afirmó haber visto que varios sujetos, “uno de los cuales portaba una cuchilla, se retiraron del escenario de los hechos a bordo de un rodado marca Fiat Uno” y recordó que quien mató a Mengarelli “vestía una camiseta de fútbol color amarillo”. La descripción que hizo de este sujeto se ajusta a la fisonomía de Basualdo, dijo Romero, sin pasar por alto que esta persona refirió no haber visto a nadie más con un cuchillo en la mano.

Otro testimonio fuerte es el que complica a Laura Sosa: “... alcanzo a ver claramente a la hija de la dueña de casa”, a quien identifica con nombre y apellido, “que viene directamente hacia donde estaba yo y sin decir nada le da una puñalada en la espalda a un pibe que estaba parado justo al lado mío”, en referencia a Rubén Octavo.

De la víctima, aseguró que “no detentaba ninguna actitud de agresión y quería atemperar los ánimos”.

El fiscal resalta el secuestro, dentro de la casa donde se hizo la fiesta, de “cuchillas de dimensiones y características similares a las aportadas por los testigos como las que se emplearon para facturar los hechos y prendas de vestir”.

Además, en la casa de Basualdo (que fue registrada el mismo sábado con la sospecha de que podía estar involucrado uno de sus hermanos), se secuestró el vehículo Fiat Uno celeste en el que, según testigos, el atacante huyó de la escena.

La pelea que derivó en los crímenes detonó con la llegada -a eso de las 6 de la mañana- de un grupo de jóvenes del barrio. No está claro si quisieron entrar por la fuerza en la fiesta, si fueron a provocar un disturbio o si su intención era robar pertenencias de los autos estacionados en la puerta, pero lo concreto es que el Fiat Uno terminó dañado y varias personas salieron a la calle para ajustar cuentas.

Un joven que estaba en el grupo de los recién llegados declaró que cuando uno de los que salieron cayó al piso “vino una persona gritando ‘es mi familia’”, que “vestía una camiseta de fútbol de un club de México de color amarillo con la propaganda en el pecho ‘Bimbo’”, y “tenía en su mano derecha una cuchilla del tipo carnicero”.

Recordó que Maxi (la víctima) “le estaba pegando al muchacho de la camiseta de Boca (familiar del imputado) piñas y patadas, estando de espaldas al sujeto que venía con la cuchilla en la mano, quien le da una puñalada por la espalda da a Maxi, justo donde está la paleta...”. Otro joven reveló que “me quedé enfrentándome a quien lo atacó (a Mengarelli) de remera amarilla, quien con una cuchilla del tipo carnicero con mango blanco de plástico me decía ‘dale vení, vení’. Recuerdo que tanto la cuchilla como sus manos chorreaban sangre”.

A Basualdo lo complican dos identificaciones en una rueda de testigos: una lo ubica en el lugar de los hechos y otra lo señala como responsable del crimen.

El imputado, que al momento de los homicidios tenía libertad asistida en una causa por robo calificado, intentó desligarse de lo ocurrido argumentando que esa noche usaba otra remera y que nunca salió de la casa de la fiesta. Romero lo refutó con los testimonios que lo ubican con el arma blanca en la mano y un video que muestra que el Fiat Uno en el que se fueron se retiró a las 6.18 de la mañana: “No se explican las razones por las que (basualdo) se vio obligado a escaparse del lugar por la parte trasera del inmueble”, cuando, “en teoría, la situación estaba controlada y se había constituido personal policial”, argumentó.

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