"La Forma del Agua" de Guillermo del Toro

Me vuelve loco tu deforma de ser. (*****)

“Mi desgracia consiste en que me parezco demasiado al hombre.”

Quasimodo en Nuestra Señora de París de Victor Hugo.

          La Forma del Agua muestra la historia de Elisa. Una chica muda empleada de limpieza en lo que parece ser una base militar secreta del gobierno de los Estados Unidos en la década de los ‘60s, en plena guerra fría. A Elisa, por ser muda y a la vez bastante tímida, nadie le presta mucha atención. Sucede que en una de las habitaciones que le toca limpiar ha ocurrido un suceso fantástico y por lo tanto supersecreto. Ha llegado un ser anómalo que habita en una pileta de las instalaciones. Este mitad-humano-mitad-pez, que al principio permanece fuera de campo, se hace cada vez más atractivo. Porque Guillermo del Toro nos convierte en enamorados. No podemos esperar a verlo. Lo mismo le sucede a Elisa. Este casi-hombre está custodiado fuertemente pero, de igual manera, Elisa se las ingenia para relacionarse con él. Ella es muda. Él no habla el idioma. Entonces disfrutan hablando el lenguaje del cine. Lo visual habla por ellos y empiezan a enamorarse.

          Así la película se convierte en un homenaje al cine mismo. Pero no sólo porque Elisa es fanática de los musicales y la trama remite al cine clásico de ciencia ficción, sino porque prevalece el lenguaje audiovisual, la danza de la cámara con la puesta en escena.

          En realidad, no es cierto que nadie esté interesado por Elisa. El Coronel que mantiene encerrado y quiere exterminar a este hombre anfibio tiene una extraña y oculta atracción por ella. Le atrae algo especial. Elisa no tiene la clásica belleza de las mujeres de sus adorados musicales y no por eso deja de ser hermosa y sensual. Pero no corresponde al coronel. Elisa empieza a enamorarse de alguien diferente y extraordinario. Un tipo que es un fenómeno.

          El problema de esta bella bestia es que se parece demasiado a un humano. El pecado parece haber intentado ser el hombre ideal y haber fracasado. El odio y miedo a ciertos monstruos es la envidia a los que no tuvieron que sufrir para cumplir con las reglas de la belleza y la armonía pero de todas formas consiguieron ser amados.         

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