“Lady Bird” de Greta Gerwig

Duele como espíritu adolescente. (**** ½)  

          La adolescencia es una porquería. Pasan un montón de cosas. Y por lo general son todas malas. Tenemos que ir al secundario y estudiar en serio. Nos aparecen granos y cosas horribles en la cara y en el cuerpo. Dejamos de ser niños, y por lo tanto nos enteramos que ya no podremos ser completamente felices nunca jamás. Las cosas cambian sin que nosotros lo hayamos pedido. Y como es el inicio de otra etapa somos nuevamente inexpertos. Así que nos equivocamos fácilmente y además no sabemos cómo solucionarlo. Al fin y al cabo también es una tragedia ya que si tuvimos la insólita suerte de encontrar el amor, éste morirá junto a la adolescencia.  

          De las cosas más molestas es que en esa edad tenemos que encontrar necesariamente una forma de ser. Nos empiezan a preguntar qué cosas nos gustan cuando todavía no lo tenemos decidido. Entonces en el apuro empezamos a escuchar bandas horribles, a visitar amigos desagradables, a tener parejas olvidables, a entrenar para deportes estúpidos, a practicar artes equivocadas o a ser fanáticos de películas malas.

          Lady Bird muestra muchas de estas pequeñas tristezas, y algunas alegrías. Concretamente “Lady Bird” es el pseudónimo que ha decido adoptar el personaje de la actriz Saoirse Ronan (Desde mi cielo, Hanna). Ha resuelto ser una nueva persona, con más onda. Porque vive en Sacramento, un pueblo estadounidense bastante aburrido. Además, su padre es un nuevo desempleado, por lo tanto sabe que va a ser muy difícil asistir a la universidad, porque, como a veces olvidamos, en Estados Unidos para ser exitoso y tener plata hay que ir a la universidad. El problema es que para que te dejen entrar ya antes había que ser exitoso y tener plata. ¿Pero qué será el éxito para la adolescente Lady Bird si todavía no sabemos qué es lo que la hace feliz realmente? Esa es la pregunta que nos motivará a disfrutar cada imagen de la película.

          Lady Bird se enamora, luego se desenamora y se enamora de vuelta. Se pelea con su familia, se reconcilia y luego se pelea. Se separa de su amiga y vuelve a juntarse. Todo en un ritmo fresco y ágil donde la directora Greta Gerwig nos ahorra con elipsis inteligentes las partes más aburridas y obvias de toda vida para ir directamente al grano adolescente, a lo más atractivo y gracioso. Porque aunque Lady Bird muestre muchas desgracias, equivocaciones, incoherencias y tardías tomas de conciencia no es una tragedia, es específicamente una comedia. Una comedia para expiar fantasmas riéndonos de la siniestra y diabólica adolescencia.

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