El acoso callejero en debate: “es la puerta a otras formas de agresión contra la mujer”

Defensoras de los derechos de las mujeres dicen que tras estas expresiones aparece la cultura que cosifica el cuerpo de la mujer

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El femicidio es la forma más extrema de la violencia contra la mujer. Una violencia que en la Región encuentra su expresión más frecuente en la agresión psicológica y la física, según dice Flavia Centurión, presidente de la ONG defensora de los derechos de las mujeres Las Mirabal, en base a las denuncias que se reciben en la entidad.

Con todo, Centurión se muestra preocupada por otra expresión de la agresividad contra la mujer a la que considera “la puerta hacia otras formas de violencia”: el acoso callejero.

“El acoso callejero es la puerta a otras formas de agresión contra la mujer. Los seguimientos insistentes, los piropos agresivos, son algo cotidiano y que contribuyen a que las mujeres de la Región no se sientan seguras. Hay que ponerse en el lugar de una mujer que sale de estudiar o de trabajar de noche, está obligada a transitar por calles oscuras o poco transitadas y se cruza con un desconocido que le dice un piropo. Se hace muy difícil distinguir entre un simple piropo y un acoso más grave”, dice Centurión.

El tema del acoso callejero se discutió largamente la última semana a partir de un caso que tuvo un fuerte impacto en la sociedad: el de una estudiante de 26 años; Débora Garay, que sufrió dos situaciones de acoso en Buenos Aires en un lapso de menos de cinco minutos.

La primera, cuando esperando el colectivo en una avenida fue arrinconada y manoseada por un motociclista. La segunda, cuando buscando refugio en la estación de subte más cercana vio como un exhibicionista se masturbaba enfrente de ella.

Como si esto fuera poco, entrevistada posteriormente en un canal de televisión, el conductor Nicolás Repetto le preguntó “cómo estaba vestida en ese mpmento”, lo que desató una andanada de críticas y repudios en las redes sociales, ya que la pregunta cambiaba el foco y culpabilizaba a la víctima.

Para Ada Rico, con el acoso callejero se logró en los últimos años que tenga más visibilidad y que exista más conciencia en la sociedad sobre sus perjuicios. No obstante, cree que, en ese cambio, la justicia no acompaña, porque no hace pesar las sanciones previstas por la legislación vigente sobre los acosadores.

“El acoso callejero es expresión de la cultura patriarcal que cosifica el cuerpo de la mujer y que también está detrás de otras formas de la violencia de género. Y esa cultura patriarcal no sólo sobrevive en la justicia, sino que también lo hace en preguntas como la que le formularon por televisión a la mujer doblemente acosada, propia de quienes se quedaron en el tiempo o buscan promocionarse a través de la controversia formulándolas”, dice Ada Rico.

Para Rico, una de las formas de trabajar para educar y crear conciencia de lo que significa el acoso callejero y su correlato de temor para la mujer es dialogar con los chicos acerca de su alcance y perjucios. Con todo, desde Las Mirabal, donde hacen talleres sobre cuestiones de género en las escuelas afirman que “el acoso callejero no es un tema que se hable entre padres e hijos ni entre chicos y docentes. Lo que se nota hablando con los chicos es que en muchos hogares persiste esa cultura patriarcal que cosifica a la mujer”

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