“La Flor” de Mariano Llinás. La Película más larga de la Historia.

Filmonumento.

“Este libro es un drama cuyo primer personaje es el infinito. El hombre es el segundo”.

Los Miserables, Victor Hugo

            En el caso de La Flor, no es el hombre, sino son cuatro mujeres.

        Luego de describir las bellezas y perfecciones de la catedral de París para contar su historia del jorobado, Victor Hugo esboza una pequeña teoría. Dice que para que perdure todo gran pensamiento, todo gran movimiento popular, todo arte, es necesario que tenga su propio monumento. Las palabras pueden volarse en el viento, los libros se pueden quemar. Pero los edificios están siempre ahí. Su presencia innegable y eterna, nos conmueve. Nos cuestiona. Deja su huella.  

          La Flor es la última película de Mariano Llinás, director de Historias Extraordinarias y Balnearios, que tardó diez años en realizar. Se trata de una película de 14 horas de duración. Está estructurada en seis episodios donde diferentes personajes están interpretados por las mismas cuatro actrices: Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes. Llinás avisa que en realidad estas cuatro mujeres son el motivo de la película. Que La Flor está hecha por ellas y para ellas.

         Hay cuatro episodios que empiezan y no terminan. Un episodio que sí finaliza. Y un sexto episodio que termina sin empezar. Esas seis historias construyen y estructuran La Flor. Una, es un cuento fantástico y de ciencia ficción donde científicos encuentran momias con poderes sobrenaturales. El segundo episodio es una historia de amor absurda sobre una pareja de cantantes, al mejor estilo Pimpinela, entreverada con una secta que amenaza con escorpiones venenosos. Otro episodio, es una aventura delirante de espías francesas perdidas en la pampa húmeda. También hay una divertida y asombrosa reflexión sobre la propia película y el arte, entremezclada con árboles viejos, misteriosos y malditos. Además existe una versión libre de Un día de Campo de Jean Renoir pero gaucha y bonaerense en clave de cine mudo. Y por último, un relato de cautivas que simula basarse en hechos históricos visualmente radical. Se trata de la película más extensa del cine argentino y, tal vez, la ficción de más duración de la historia mundial.

          La Flor es una obra infinita. Es una historia sin fin. Una historia que contiene seis historias. En cada una de esas historias existen infinitas historias. Como Victor Hugo en Los Miserables, Llinás puede contar mil tramas dentro de una historia. Puede contar mil y una historias paralelas hablando de política y romance sin que se pierda el interés ni el amor hacia las protagonistas, y sin que se menosprecie la intriga de la trama central, aunque, a veces, se deje momentáneamente de lado. También como Victor Hugo, el director de La Flor le habla al espectador. Detiene la obra, lo interpela explícitamente, le da algunas pistas para poder leer y les niega otras. Por un lado, entiende al espectador y, por el otro, le exige demasiado. Se burla del arte.

          Al parecer, Mariano Llinás, no hace aquí una película. Hace una catedral. Construye un edificio deforme y sólido de 6 pisos. Es una obra monumental. Y como todo gran monumento, La Flor es genial e inabarcable. Es imposible y absurda. Casi irrefutable. Un monstruo de seis brazos y ocho ojos que se lleva puesto todo. Se lleva puesto lo mejor de la literatura y lo mejor de una búsqueda artística audiovisual. Porque Llinás puede ser evidentemente literario y a la vez explotar las posibilidades de lo estrictamente visual (una de las espías y uno de los episodios son mudos).

          La Flor también se lleva puesta la historia del cine nacional y la historia del cine universal. Es un coloso inamovible. Un gigante que se quiere quedar a nuestro lado. Un paradigma inmortal e inmoral. Una inspiración perpetua.

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