La Corte de Brasil dejó a Lula al borde de quedar detenido por corrupción

La presidenta del máximo tribunal desempató en una dramática jornada, en que finalmente se rechazó el hábeas corpus presentado por el ex jefe de Estado para evitar que el juez que lo condenó ordene su arresto

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BRASILIA

El destino del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva quedó sellado anoche y todo indica que deberá esperar detenido las apelaciones en el juicio que se lleva adelante en su contra por un presunto caso de corrupción, luego de que la Corte Suprema rechazara por un ajustado 6 a 5 el hábeas corpus presentado por el ex mandatario para impedir su detención.

Desde un principio parecieron encaminarse a rechazar el pedido del ex mandatario, finalmente la votación de los ministros terminó 5 a 5, debiendo la titular del máximo tribunal Cármen Lúcia Antunes Rocha definir con su voto la situación del también candidato del Partido de los Trabajadores a sólo seis meses de las elecciones que lo tienen como claro favorito.

Tras once horas de deliberaciones que habían comenzado con cinco votos a favor del arresto del ex mandatario, contra sólo uno en contra, con el correr de las horas el número de votos se equilibró quedando en manos de la titular del Tibunal Supremo, decidir con su voto la situación. Pero ahí inesperadamente, puso a consideración de los restantes ministros del Tribunal si le correspondía a ella desempatar en este caso, lo que originó un nuevo debate, que se prolongó durante un largo rato. Pero finalmente los ministro pidieron que se expidiera, lo que finalmente hizo en contra del ex mandatario y ahora se encomendó al juez en primera instancia, que dispuso la condena de arresto, definir en que momento se cumplirá con el trámite formal de llevar a la cárcel al popular ex mandatario.

“Vamos a seguir esto hasta el final. No desistimos, Por Lula y por millones de brasileños”, escribió en su cuenta de Twitter la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann.

El ex mandatario (2003-2010) fue condenado en enero por un tribunal de apelación a doce años y un mes de cárcel por haber recibido un departamento de lujo de una constructora involucrada en la red de sobornos de Petrobras.

El voto que sembró desazón entre sus seguidores fue de la jueza Rosa Weber, que se consideraba dudoso. En su alegato, afirmó que “la ejecución de la condena del tribunal de apelación (...) no compromete el principio constitucional de la presunción de inocencia”.

BOCINAZOS Y LÁGRIMAS

En las afueras del tribunal en Brasilia, los detractores del ex mandatario reaccionaron con festejos al voto de Weber, mientras sus partidarios recibieron la noticia abatidos o llorando.

En la sede del Sindicato de Metalúrgicos en Sao Bernardo do Campo, cinturón obrero de San Pablo, desde donde Lula seguía el juicio en una sala privada, los militantes del Partido de los Trabajadores (PT) mostraban nerviosismo.

“Es una farsa, un golpe muy grande, no acepto a Lula fuera de las elecciones, no acepto un inocente en la cárcel de ninguna manera”, dijo Maria Lucia Minoto Silva, una profesora de historia de 60 años.

El debate se desarrollaba bajo fuertes medidas de seguridad ante una creciente polarización política en Brasil.

“Atrapar a los chicos pobres”

“El sistema penal está hecho para atrapar a los chicos pobres y no consigue atrapar a los que desvían millones por corrupción. No conseguimos atraparlos y no lo conseguiremos si cambiamos (las reglas) hoy”, había afirmado poco antes el juez Luis Barroso, quien también rechazó el recurso para que Lula evite ir a prisión.

Fachin, relator de la Operación Lava Jato, que dejó al descubierto una red de corrupción entre empresarios y políticos, recomendó mantener la legislación vigente, señalando que Brasil es a menudo apuntado en tribunales internacionales por la extensión de sus procesos hasta que éstos caen en los plazos de prescripción.

Su colega Gilmar Mendes aportó el voto en favor del recurso (un hábeas corpus), argumentando que la posibilidad de detener a un acusado se había convertido en un dictado de “prisiones automáticas”.

Aunque Lula consiguiera evitar la prisión, su candidatura está en jaque porque la justicia electoral impide postularse a condenados en segunda instancia.

Tensiones

La corte en Brasilia trabajaba aislada del público. En el exterior, la policía montó un vallado para separar a los manifestantes de ambos bandos.

La tensión que precedió al juicio tuvo su momento más caliente el martes, cuando el comandante del Ejército, el general Eduardo Villas Boas, aseguró en su cuenta de Twitter que compartía “el ansia de todos los ciudadanos de bien, de repudio a la impunidad y de respeto de la Constitución, la paz social y la democracia”.

La polarización en Brasil dejó paso a la violencia a fines de marzo, cuando una caravana proselitista del líder de la izquierda fue atacada con armas de fuego.

La primera economía latinoamericana recorre una crisis política que ya lleva más de tres años, en medio de acusaciones de la corrupción develada por la causa Lava Jato contra figuras de todos los partidos.

En 2016, Dilma Rousseff, sucesora y protegida de Lula, fue destituida por el Congreso, acusada de manipulación de las cuentas públicas.

El que fuera el presidente más popular de la historia reciente de Brasil se declara inocente en este proceso y en los otros seis que enfrenta por delitos como tráfico de influencia y obstrucción a la justicia.

En las calles, decenas de miles de manifestantes pidieron ayer en numerosas ciudades de Brasil que la Corte autorizara la detención de Lula.

Tan sólo en San Pablo, siete camiones de sonido animaron a la multitud, al grito de “Lula nunca más” y aclamaciones al juez Sergio Moro, que el año pasado condenó a Lula en primera instancia. (AFP, EFE y TÉLAM)

 

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