Un tema espinoso en el centro del conflicto

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Jerusalén

EE UU inauguró ayer su embajada en Jerusalén, satisfaciendo a los israelíes al confirmar el reconocimiento por el presidente Donald Trump de su ciudad como capital y disgustando a los palestinos que denuncian un “acto hostil” contra el derecho internacional.

Los judíos consideran que Jerusalén es su capital desde hace más de 3.000 años. Desde la destrucción del Segundo Templo por los romanos en el año 70 d.C. y la dispersión del pueblo judío, el judaísmo siempre mencionó un retorno a Jerusalén. Para los israelíes, la decisión de EE UU es el reconocimiento, tardío, de una realidad histórica. Los palestinos, que representan más de un tercio de la población de la ciudad, reivindican Jerusalén como la capital del Estado al que aspiran.

La dirección palestina considera que la iniciativa estadounidense muestra claramente la parcialidad proisraelí de Trump y viola el derecho internacional. Además, dicen que desacredita a EE UU en el rol de mediador de paz. El presidente palestino, Mahmud Abbas, suspendió las relaciones con los altos funcionarios estadounidenses. La religión exacerba las sensibilidades: Jerusalén es santa para los cristianos, los judíos y los musulmanes y alberga lugares sagrados para las tres religiones.

Un plan aprobado por la ONU en 1947 preveía la partición de Palestina, por aquel entonces bajo mandato británico, en tres entidades: un Estado árabe, un Estado judío y Jerusalén bajo control internacional. El plan fue aceptado por los dirigentes sionistas pero rechazado por los árabes.

Tras la partida de los británicos y la primera guerra árabe-israelí, en 1948 se creó el Estado de Israel, que un año más tarde designa Jerusalén Oeste como su capital. La parte oriental de la ciudad permanecía bajo el control de Jordania. Israel se apodera de Jerusalén Este durante la guerra de 1967 y la anexiona. Los israelíes dicen entonces haber “reunificado” la ciudad.

Una ley fundamental israelí aprobada en 1980 proclama Jerusalén capital “eterna e indivisible” de Israel.

Pero el Consejo de Seguridad de la ONU declara esta ley “nula e inválida”, e insta a todos los Estados que tienen su misión diplomática en Jerusalén a retirarla. La ONU considera que Jerusalén Este está ocupada por Israel y que, por lo tanto, las embajadas no deben residir en la Ciudad Santa hasta que no se resuelva la cuestión del estatuto mediante negociaciones entre israelíes y palestinos. (AFP)

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