“No llores por mí, Inglaterra”: fútbol, “el único espacio donde pudimos pelear la soberanía”

Néstor Montalbano estrenó el jueves, a días del Mundial, una delirante cinta donde remonta el inicio del clásico a la era colonial

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Pedro Garay

pgaray@eldia.com

Mundialitis: el fenómeno que estalla cada cuatro años en nuestras cabezas, y del que se aprovechan desde cadenas de electrodomésticos hasta las industrias audiovisuales. En ese marco llegó el jueves a los cines locales “No llores por mí, Inglaterra”, la nueva película de Néstor Montalbano, el irreverente director de “Soy tu aventura” que se puso al hombro una gesta patriótica, la expulsión criolla de los ingleses que invadieron en 1806 el país, y le sumó fútbol sin importarle los imperativos de la cronología histórica, remontando de esa manera el clásico futbolero a la era colonial.

“La película trata de como a través de la pasión, un pueblo encuentra su identidad”, resume Montalbano en diálogo telefónico con EL DIA, un diálogo donde con pasión habla de lo que quiso transmitir con su nueva cinta. Montalbano se reconoce como parte de una generación a la que “nos vendieron muchas cosas y ¿qué pasó? Se fue todo a la mierda”, pero, a la vez, una generación muy argentina, que tenía como héroes no a los superhéroes de Marvel sino a San Martín, a Juan Moreira. Y algo de ese espíritu quiere recobrar el cineasta en estos tiempos donde “no entendemos que identidad tenemos, no queremos al Papa, no queremos a Messi, estamos enojados, no nos queremos a nosotros mismos”.

Por eso, promete, “esta película no va a ir al exterior, ¡no va a ganar ningún premio! El único premio para mi es acariciar el alma de un argentino”, aunque siempre, claro, desde el humor, la marca registrada del hombre detrás de la cámara en “Pájaros Volando” y el mítico “Todo por dos pesos”. Porque el humor, explica, “permite pasar los límites y decir lo que no se podría decir en ningún otro lenguaje: a través del humor podemos ser más claros y permisivos, en la solemnidad no está todo permitido”.

Este proyecto pasional que narra cómo los ingleses liderados por Beresford introdujeron el fútbol para distraer a las masas a la espera de refuerzos y los criollos “se lo hicimos pelota” suena como una historia personal, una de esas películas difíciles de vender. Pero Montalbano montó una verdadera superproducción con casi 40 actores y mil extras, algo a lo que, tira, en realidad está acostumbrado. “Vengo fogueado con eso desde que hacía películas en Súper 8 en 9 de Julio. Agarraba a todo el pueblo y los hacía actuar en un western, o una película de la Campaña del Desierto”, se ríe.

Además del volumen de actores, el director recrea la época colonial aunque, fiel a su estilo (y, por qué no, a esa capacidad argentina de atar todo con alambre) lo hizo apelando a lo que había a disposición y apoyándose en que “el cine es magia”.

Montalbano relata que no quiso filmar en decorados “sinceros” “porque ya están intervenidos, cuesta mucho limpiarlos, o abrir la cámara, porque al lado tenés un edificio”, y que entonces “me la jugué por el fondo verde”. Trasladó el equipo a Colonia de Sacramento, protegido por la UNESCO, “me traje de ahí las fachadas dominantes de la película, y a eso le agregué fondos verdes para darle profundidad a los decoradas”.

La estética resultante, analiza el director, es “muy naif, muy Billiken, para que la película sea reconocible por nuestra generación, buscando un verosímil que partiera de esa magia del cine: no necesitaba el realismo, eso que puede ofrecer Hollywood, no somos Hollywood, esos pueblos ya no existen y no los puedo recrear en 3D, entonces voy al Billiken”.

El realismo también queda echado por la ventana a la hora de la narración: “No es una película histórica” aunque “Alzaga y Beresford existieron” y Montalbano rescata varios momentos de la historia real, pero, además del anacronismo del fútbol, que todavía no existía en aquellos días en su concepción moderna, el director incluye otros juegos con las épocas, y hasta suma un par de spinners, el juguete de moda hace algunos meses, en pantalla.

Este cruce de épocas le sirve, dice, para mostrar aspectos de aquellos días como actuales, desde la invasión de lo extranjero (del fútbol al rock, todo resignificado luego) a la tendencia a hacer negocios sin escrúpulos del criollo. “Allí radica lo gracioso: son conflictos reconocibles de la actualidad, pero te lo cuentan tipos disfrazados del 1800”, analiza Montalbano, que para agregar comicidad disfraza con trajes coloniales a Chatruc, Cavenaghi y Evelina Cabrera: sí, los jugadores de fútbol son parte de la película, y no sólo a la hora de patear la pelota. Cavenaghi interpreta al “rubión” 10 inglés (“Cavenagh”), mientras que Cabrera aporta picardía desde el banco y Chatruc juega un rato a ser crack.

“Tiene mucho humor: tiene tanto ángel que casi ni lo dirigí, él respondía al estilo Riquelme algunas cosas, salidas que el futbolero va a festejar”, dice del jugador con paso en Estudiantes, en los días de Mostaza Merlo.

Y no es la única conexión platense: todos los personajes del filme, ingleses y criollos, están unidos bajo la canción de El Mató, “Más o menos bien”: Santiago les canta, en diferentes partes a diferentes personajes, que todo va a estar más o menos bien, un gag que le sirvió a Montalbano para seguir jugando con las épocas y “descontracturar”.

El rock irrumpe en un par de oportunidades, con un “cameo” de Los Beatles al final como parte del legado que los ingleses, aunque derrotados, dejaron de este lado del Atlántico. Porque si la película narra una invasión al revés (“les robamos el fútbol y se lo hicimos pelota”), la realidad devuelve que más allá del resultado del partido del de la película y del de la realidad), ¿perdimos la guerra?

Montalbano se expide al respecto indirectamente: “Voy a contar una anécdota que puede ser leyenda, pero como decía John Ford la leyenda es más fuerte que la historia. Íbamos a hacer un corto con Capusotto sobre Malvinas, y nos contaron esta historia: en una trinchera argentina, invaden los ingleses y antes de matar aun argentino, el argentino gritó ‘¡no me maten! Yo también escuché a The Who, a Los Beatles. No me maten’”. Y agrega: Con los ingleses tenemos esa rivalidad, y en el fútbol se la hemos ganado... pero es la única soberanía que pudimos pelearles”.

 

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