Inquietud por las secuelas del alto consumo de alcohol

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La conclusión ofrecida por especialistas médicos reunidos en nuestro país referida a que beber más de tres copas de vino por día durante una década puede generar cirrosis y de que no es necesario ingerir cantidades exorbitantes de alcohol para que progresivamente vaya produciéndose un serio daño al organismo, debiera alertar a las autoridades sanitarias a prestar una debida atención y a promover políticas preventivas.

La referencia surgió en el contexto del Simposio Internacional de Enfermedad Hepática Alcohólica que se realiza durante esta semana en Buenos Aires. La presidenta de la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (Aaeeh), alertó que el consumo excesivo de alcohol puede contribuir al desarrollo de más de sesenta enfermedades, incluyendo condiciones que afectan principalmente al hígado y a los sistemas nervioso central y cardiovascular.

Otros especialistas advirtieron que abusar de las bebidas alcohólicas incrementa el riesgo de enfermedades psiquiátricas, disfunción sexual y cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, hígado, colon, recto y mama.

Además, el exceso de alcohol representa la tercera causa de muerte prematura y discapacidad a nivel mundial, señalaron, para agregar que también es factor influyente en accidentes de tránsito, violencia doméstica y suicidio.

Cabe recordar que hace tres años la Argentina apareció entre los países con más alto consumo de alcohol en el mundo, tal como surgió del sondeo realizado por la Organización Mundial de la Salud, donde se precisó que el promedio anual en nuestro país es de diez litros por persona, muy por encima de la media mundial.

A su vez, en estos días la Sedronar dijo que se abserva un “significativo” crecimiento en el país del consumo de alcohol en varones y mujeres, estimándose que en el último año surgieron unos 2.299.598 nuevos consumidores de alcohol, de los cuales 319.994 son preadolescentes y adolescentes.

Se está, sin dudas, frente a un avance de la considerada “droga más problemática”, que expone, como ninguna otra, la permisividad social y cultural frente a este tipo de consumo, cuyas consecuencias, sin embargo, inciden tan negativamente sobre la salud física y mental de la población.

Desde esta columna se ha insistido a lo largo de los últimos años en que es prioritario prestar especial atención a las conclusiones obtenidas en diferentes investigaciones, según las cuales el consumo excesivo de alcohol genera dependencia física y psíquica, sin que sea posible manejarla a voluntad, de modo que resulta indispensable combatir un hábito que, pese a que cuenta con aceptación social, puede traducirse en toda clase de enfermedades, inconductas y desórdenes.

Lo que está en juego, en suma, es la salud de la población.

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