Sin recompensa a tanto esfuerzo
Edición Impresa | 1 de Julio de 2018 | 07:43

Por WALTER EPÍSCOPO
wepiscopo@eldia.com
¿Con qué ánimo encarar los poco más de 800 kilómetros de vuelta a Moscú en una combi con un asiento fijo? O peor, los 1.500 kilómetros en auto hasta San Petersburgo. Sí, el periplo de miles de argentinos duró prácticamente un día para poder llegar al Estadio Kazán Arena para ver a la Selección.
Insólitas historias de gente que pudo tomarse un avión, un tren, colgarse de un micro, encontrar un asiento en una tráfic o un auto, alquilar un taxi o uber. Llegar fue una odisea, pero había ilusión. Hacerlo de vuelta con el corazón roto por la eliminación, fue otra. Dolorosa. Buscando explicaciones que sirven más como descarga que otra cosa.
Las tribunas y plateas se vieron invadidas de camisetas nacionales, también de diferentes equipos de nuestro fútbol, y las caras conocidas obviamente aparecieron. La multitud aplaudió cuando divisó a Diego Maradona, esta vez acompañado por Rocío Oliva, su pareja. “Diegooo, Diegooo”, se escuchó atronador. Al lado del “Diez”, estuvo sentado Ronaldo.
Ovaciones para los jugadores en la previa, silbidos para Jorge Sampaoli cuando apareció su foto en el cartel del Estadio anunciando la alineación. Y esto no cambiaría nunca, el DT no es querido, y por eso hubo insultos de principio a fin.
Mientras tanto, además de estar Rocío junto a Diego, otras mujeres llegaron para ver el partido y acompañar a sus parejas. Antonela Rocuzzo, esposa de Messi (ayer se cumplió 1 año de su casamiento), llegó al Estadio junto a los dos hijos mayores que tiene con Lío, Thiago y Mateo, que se ubicaron junto a la madre de Messi en una platea. En la fila de abajo, la modelo y conductora, Pampita, junto al ex tenista, Pico Mónaco. Así, integrantes de la farándula nacional estuvieron saltando como fanáticos enfundados en banderas; también ex deportistas se ubicaron entre el público y sufrieron sabiendo lo que se jugaba en el campo de juego.
El “Vamos vamos, Argentina, vamos vamos a ganar” que desde el Mundial `78 nos acompaña en cada Copa del Mundo, como el “volveremo a ser campeones como en el `86”, fueron las canciones más repetidas.
El final fue doloroso. Impotente. Triste. Las lágrimas albicelestes regaron la platea, las tribunas y el campo de juego. La tremenda ovación para Javier Mascherano (que nos tapó la boca a muchos, que desconfiábamos de su nivel). El “Jefe” se acercó a la gente, la saludó y aplaudió; el enojo de parte de los hinchas con Messi que se fue sin saludar. Era lógico, tanto esfuerzo físico y económico, no tuvo su recompensa.
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