Aventura marítima extrema en la costa de Sudáfrica con el protagonismo de un platense

El buzo Maximiliano López Doyhenard, que ya tuvo experiencias similares, ahora fue parte de la “carrera” de la sardina

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Dos meses al año se repite el ciclo biológico. Entre junio y agosto millones de sardinas discurren en las costas sudafricanas y protagonizan la mayor migración marítima del planeta. Al inmenso cardumen lo siguen en un desbordado frenesí tiburones de las más diversas especies, delfines, ballenas jorobadas y una enorme variedad de aves que asisten al fenómeno en procura de alimento. Así se completa un espectáculo único que en esta temporada pudo apreciar un grupo de buzos argentinos, entre ellos un platense.

El “Sardine run”, como se llama en inglés a la “corrida” acuática que se cree que puede estar relacionada con la reproducción del preciado pez pero en verdad hasta ahora es un misterio, tiene su epicentro en la ribera de Port St. Johns, un pequeño pueblo de la Wild Coast del Océano Índico (costa de Sudáfrica llamada así por tratarse de una larga franja casi salvaje, de una belleza natural que apenas ha tocado el hombre). Maximiliano López Doyhenard -49-, el buzo platense reconocido ya por diferentes experiencias extremas; el quilmeño Leonardo Cianciullo -45-; y el porteño Raúl Sbriller -60- se sumergieron en ese mar recargado de temibles especies depredadoras y se trajeron en imágenes filmadas pero fundamentalmente grabadas en sus memorias las más impactantes de las vivencias.

Nadan rapidísimo, desparramadas, y de golpe se amontonan en una suerte de enjambre que ataca todo tipo de grandes peces. Si suben más hacia la superficie entonces son presa de las aves, que no paran de picotear hasta llevarse la plateada carne. Los grupos de sardinas recorren miles de kilómetros, desde la costa este a la costa oeste de Sudáfrica, y el poblado de Port St Johns, con apenas un par de alojamientos y algún restaurante, para nada explotado a nivel turístico, recibe por esos días contingentes de no más de 150 personas, la mayoría atraídas por el show que montan tantas especies acuáticas y aves.

“Donde los animales detectan que hay sardinas se desencadena un movimiento enloquecedor, el mayor frenesí alimentario que pueda existir en los océanos; no hay nada superior en el mar”, dice López Doyhenard maravillado todavía por lo que vivió durante una semana algunos días atrás.

López Doyhenard, instructor de buceo y experto en bajar a las profundidades para encontrarse con todo tipo de fauna submarina, armó el grupo que se embarcó para disfrutar frente a frente el “Sardine run”. Además de él y los otros dos argentinos compartieron la aventura suecos, irlandeses y alemanes. Todos algo intrépidos y dueños de un excelente estado físico, muy entrenados, se tiraron al agua entre 10 y 12 veces por jornada y consiguieron ver, en vivo, escenas del comportamiento animal que el común de la gente sólo se acerca a través de documentales.

 

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