La venta ambulante instalada a las puertas del poder público

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Después de muchos y promocionados operativos para erradicarla y luego, también, de los muy sonados anuncios sobre la futura habilitación de lugares especiales para que se instalen los puestos –una iniciativa que no termina de ponerse en vigencia en La Plata-, la venta ambulante ocupa ahora la plaza San Martín. Nada menos que el corazón de la capital del primer estado federal del país.

En el mismo arranque de las vacaciones de invierno, la cantidad de puestos y de manteros se multiplicó y la plaza San Martín luce como una insólita y gigante “saladita”, ubicada nada menos que frente a la Casa de Gobierno, la Legislatura y el Pasaje Dardo Rocha.

Centenares de puestos cubren los veredones y canteros, copando todos los sectores de la plaza que, junto a la Moreno, reviste la calidad de ser la más institucional e histórica de nuestra ciudad.

Tal como se informó en este diario, en reiteradas oportunidades se anunció la alternativa de acondicionar un predio en la Ciudad para trasladar a las vendedores a un espacio alternativo en el que puedan ofrecer sus mercaderías, pero por el momento tal iniciativa sigue sin concretarse.

Se ha dicho ya que la venta ambulante no es un problema de exclusivo orden municipal, ya que la gama de delitos y de infracciones de orden tributario y penal que encubre esa actividad informal interesa tanto a la Nación como a la Provincia. Sin embargo, son pocas las ocasiones en que se advierten acciones por parte de estas jurisdicciones. En fecha reciente se elogió en esta columna un operativo realizado en nuestra ciudad por la Policía Federal, que junto a miembros de la Afip y de la Aduana concretaron un exitoso un allanamiento conjunto en una “salada” de 96 y 117.

No obstante ello, la venta ambulante no cede. Ahora, las mafias que organizan y lucran con esta actividad informal despliegan ante las propias narices de los principales poderes públicos de la Provincia, a cara descubierta y con absoluta impunidad, toda la gama delictiva que implica esta actividad marginal.

Se cuenta, entre otros, con el aún cercano antecedente de La Salada, cimentada en dinero negro, trabajo en negro, muertes, violencia, competencia desleal y extorsiones. Ese predio ofreció, como modelo negativo, una larguísima cadena de corrupción, mafia y delincuencia. En ese panorama tan gravoso para la vida institucional y social, resulta inexplicable que La Plata se permita aún el lujo de tolerar que continúe la venta ambulante en el distrito.

Desde luego que las situaciones de real necesidad que puedan atravesar las personas que atienden los puestos deben ser consideradas y, en lo posible, resueltas por los distintos organismos del Estado, ya sea creándose lugares especiales que no correspondan a los espacios públicos o ayudando a los puesteros a encarar otras actividades, entre otras alternativas.

Lo que no puede permitirse es que la venta ambulante pretenda imponer su flagrante ilegalidad y que, además, deje en un concepto tan bajo el principio de autoridad que es básico para todo gobierno.

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