Un Gobierno que pelea contra las cuerdas
Edición Impresa | 30 de Agosto de 2018 | 01:48

Por MARIANO SPEZZAPRIA
mspezzapria@gmail.com
El Gobierno quedó ayer dado vuelta, literalmente patas para arriba. En medio de una nueva disparada del dólar, que configuró un “miércoles negro”, en la Casa Rosada debieron desmentir rumores sobre las renuncias de Marcos Peña y Nicolás Dujovne, el jefe de Gabinete y el ministro de Hacienda sobre quienes pesan los reproches por los manejos políticos y económicos que ponen al presidente Mauricio Macri en una situación por demás incómoda.
Aunque hacia el final de la jornada, el Presidente consiguió el visto bueno de la directora general del FMI, Christine Lagarde, para replantear el acuerdo original y conseguir los desembolsos anticipados que había requerido para conjurar la crisis de confianza de los mercados.
Se trató de un alivio para Macri tras un mal comienzo del día. La primera línea del Gobierno había jugado una carta pesada al exponerlo a dar un mensaje para tratar de frenar la incertidumbre financiera y cambiaria que sacude a la Argentina, en contra de todos los manuales de comunicación política que recomiendan a los gobiernos que no expongan a sus máximos referentes en períodos de crisis como el actual.
Con criterio, los especialistas en esa materia sostienen que, antes de que hable un Presidente, tienen que hacerlo los ministros o los responsables de área. Peña hace rato que no ofrece certezas políticas, mientras que Dujovne habló el martes con agencias internacionales de noticias y dio un par de definiciones que fueron contraproducentes. Una de ellas fue la confirmación de que no se cumplirán todas las metas acordadas con el FMI.
De allí que los operadores del mercado tengan serias dudas respecto de cómo completará el país su programa financiero el año próximo. Para decirlo en castellano: si tendrá el dinero necesario para pagar los vencimientos de la deuda externa. En distintos círculos de la política y las finanzas ya se advierte sobre la existencia de un “default encubierto” que el Gobierno buscaría disimular a través del entendimiento con el Fondo Monetario.
El comportamiento de los mercados en los últimos días, negativo para la Argentina porque afectó a los bonos soberanos y a los activos de empresas nacionales –hay bancos cuyas acciones perdieron este año la mitad de su cotización-, comprobó que el viaje del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, a Nueva York no rindió los frutos esperados por el Gobierno. Este funcionario es otro de los que quedaron envueltos en rumores de salida.
El ex ministro Alfonso Prat Gay, que fue desplazado del Gabinete cuando enfrentó al tridente de la Jefatura de Gabinete –integrado por Peña, Quintana y Gustavo Lopetegui- dejó en las últimas horas un par de definiciones contundentes sobre la crisis: una cosa es conocer cómo ganar elecciones y otra, efectivamente, es saber gobernar; para desactivar la bomba que dejó el kirchnerismo, había que tener un solo ministro de Economía.
Mientras el Gobierno dejaba expuesto a Macri de manera imprudente, un sector importante de la oposición daba señales de que no se quedará de brazos cruzados frente a la crisis. Primero en las oficinas de Miguel Pichetto en el Senado y luego en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), un grupo de gobernadores del PJ –al que se sumó Sergio Massa- comenzó a unificar una postura política de cara a las negociaciones por el Presupuesto 2019.
Tal como informó EL DIA el fin de semana, el Gobierno incurre en un optimismo excesivo cuando sus funcionarios afirman que ya tienen prácticamente acordada la sanción del Presupuesto, que ingresará al Congreso el 15 de septiembre. El eje del proyecto oficial pasará por el ajuste fiscal, que en el caso de la provincia de Buenos Aires, impactará en unos 30.000 millones de pesos. Pero los bloques peronistas buscarán hacerle cambios a la iniciativa.
“La CGT dirime su propia interna y los sindicatos más dialoguistas no pueden quedar pegados con Macri”
Por caso, promoverán un recorte del 25% de los cargos jerárquicos en los ministerios nacionales, así como imponer retenciones a la minería y postergar la rebaja del impuesto a las ganancias para los balances de las empresas, una medida que sumaría ingresos al Estado por 70.000 millones de pesos. También buscarían aumentar bienes personales a quienes tengan más de cinco millones de dólares en efectivo o en fondos, y a los que posean propiedades en el exterior.
Se trata de un conjunto de iniciativas que los bloques del PJ Federal y el massismo negociarán con el oficialismo a la hora de tratar el Presupuesto en el Congreso. Por ahora, el FpV kirchnerista no es parte de la movida –ya que sus dirigentes están atareados con la situación judicial de Cristina Kirchner- pero ayer participaron de las reuniones gobernadores como Alberto Rodríguez Saá (San Luis) y Gildo Insfrán (Formosa), ambos aliados de la ex presidenta.
De hecho, el mandatario puntano acuñó una definición provocadora –”nos reunimos frente al fracaso del Gobierno nacional- que luego repitió su colega de La Pampa, Carlos Verna. Más moderado, Pichetto sostuvo por su parte que “ojalá la Argentina pueda ordenarse”. Los gobernadores y sus invitados acordaron volver a reunirse el martes próximo. También será de la partida el triunvirato de la CGT, que acaba de convocar a un paro general.
La central obrera dirime por estos días su propia interna y los sindicatos más dialoguistas con el Gobierno entienden que no pueden “quedar pegados” con Macri frente a la radicalización de dirigentes como Hugo Moyano.
En la vereda de enfrente, la del oficialismo, la diputada Elisa Carrió salió anoche a asegurar que “no va a haber helicóptero” pese a la agudización de la crisis. Pero la desconfianza –que también se hace evidente entre los ahorristas argentinos- aún no fue desterrada. Y en ella pesan motivos económicos, pero sobre todo políticos.
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