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Un país que no sorprende


Miguel Angel Reguera afirma: “En este cambalache discepoliano en que se ha convertido la Argentina desde hace casi un siglo, ya nada nos sorprende. Los anteriores inquilinos de la Casa Rosada parecen no tomar nota de que perdieron ya dos elecciones democráticas y siguen hablando de conspiraciones regionales, globales y vaya a saber si no galácticas. Los pregoneros oficialistas repiten las virtudes de su modelo por oposición al anterior, afirman que atravesamos tormentas pasajeras, pero no anotician del rumbo hacia el que vamos. Eso sí, ambos coinciden plenamente en que el ‘soberano’ no entiende su obra porque ellos mismos no saben comunicar sus virtudes. En tanto los docentes universitarios, científicos e investigadores frente a un mísero salario, empiezan como en 1966, 1976, 1990, y 2001, su recorrida por los consulados, explorando posibilidades. La clase media tuvo que cortar ‘la changa’ y la ‘propina’ porque si arreglaba el baño o salía a cenar no iba a poder pagar la luz o el gas. En los colegios públicos no hay clases pero sobran alumnos, tanto como morosos en los colegios privados (aclarando que no son los hijos de los funcionarios que cumplen religiosamente con su cuota). Los más humildes en el comedor escolar ni siquiera piden flan. La corrupción, la cometa, el atajo y el amiguismo, características culturales desde la época de la colonia, parecen limitarse a funcionarios de gobierno y sus coautores o participes necesarios del otro lado del mostrador de la obra pública”.

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