La Superliga todavía no le aportó nada bueno al fútbol argentino

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Por MARTÍN CABRERA
mcabrera@eldia.com

La suspensión del partido entre Estudiantes y Newell’s despertó todo tipo de críticas y sospechas, pero una sola realidad que pocos se animan a decir: el fútbol argentino, llámese Apertura, Clausura, Inicial, Final o Superliga, es lo mismo de siempre.

El partido, a jugarse en la cancha de Quilmes, no se disputó porque las zonas aledañas al Centenario estaban anegadas, con mucha agua y sin luz. Totalmente cierto, claro. Pero ¿ese fue le verdadero motivo de la suspensión o hubieron otros?

El problema es que unas horas antes, con los mismos argumentos (y un evidente doble sentido), los dirigentes de San Lorenzo hicieron lo mismo con su partido a disputar contra Atlético Tucumán. A la hora estipulada para ese juego, el Nuevo Gasómetro estaba en perfectas condiciones. Se debió haber jugado el encuentro, pero no...

El Ciclón será el rival de Estudiantes el próximo miércoles, por los octavos de final de la Copa Argentina. “¡Si San Lorenzo no juega que no juegue Estudiantes!”, fue el pedido genuino y lleno de sentido común, de hinchas, dirigentes y demás protagonistas. También de una miseria que el fútbol argentino no puede despegarse. Acá no hay colores ni ideologías, todos buscan su beneficio sin importar nada el resto.

Entonces corrió un poco más de agua bajo el puente hasta que los encargados de la puesta en escena del fútbol argentino informaron la suspensión, sin importar que el plantel visitante estaba en Buenos Aires (lo mismo los tucumanos) y sin importar que 1000 hinchas Leprosos (de los 5 mil boletos que se pusieron a la venta) se encontraban en camino hacia Quilmes. Como ocurría años atrás, el hincha siempre es el último eslabón de una oxidada cadena.

Otra vez la muñeca pudo más que las reglas. Otra vez no quedar en off side hizo que las miserias ganaran la pulseada. Porque ¿qué pasaba si un jugador de Estudiantes se lesionaba? Los dirigentes hubiesen sido duramente castigados por los hinchas. Y la burla general no hubiera tardado ni un minuto. ¿Qué pasaba si el Pincha jugaba y el miércoles no tenía piernas para disputar un partido tan importante? Lo mismo. Si hasta los hinchas de unos y otros se cargaban vía redes sociales por el fallido viaje, la falta de una cancha y esas cosas del llamado folklore del fútbol argentino. No hay salida en lo inmediato, casi como un calco de un país sumergido en una guerra política que asfixia.

Hasta que no haya reglas claras y se las respete van a seguir sucediendo las mismas cosas: Boca y River van a elegir cuándo jugar, San Lorenzo suspender partidos y así. Si hasta Rosario Central, para llegar en buena forma al partido contra Almagro de la próxima semana pidió no jugar su partido de esta fecha, escudándose en las elecciones que se van a desarrollar esta tarde en Arroyito.

En dos años la Superliga no le aportó nada bueno al fútbol argentino. Se habla de mejores ingresos, pero los clubes siguen igual de endeudados. En dos años, el único avance está en la planificación de cinco fechas con un mes de antelación. Esto, ayer, quedó en ridículo y archivado.

¿La Superliga devolvió el público a la cancha? No, ni siquiera está definido cuál equipo puede llevar visitantes. ¿Se ven mejores espectáculo? Absolutamente no. ¿Hay TV abierta? No. ¿Hay fallos arbitrales escandalosos? Si, todo el tiempo se sospecha de los jueces, incluso de sus designaciones. ¿Se suspenden los partidos? Sí.

Ahora el torneo tiene demasiados asteriscos, como ocurrió el año pasado con Independiente y sus partidos por Sudamericana. Ya hay varios partidos que no se jugaron y otros que podrían suspenderse, porque ahora se sentó un precedente del cual será muy difícil volver atrás. Y la culpa no es sólo de Estudiantes, Newell’s, Aprevide, dirigentes... La culpa es de todos.

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