Los Globos de Oro y Bohemian Rhapsody

¿Y dónde está el director? (****)

          En los Globos de Oro, la premiación de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood que se convirtió en el trofeo más importante para el cine después de los Oscar, eligieron a Bohemian Rhapsody como la mejor película dramática de 2018. Se trata de la biografía de la banda inglesa Queen, liderada por Freddie Mercury. Como es habitual, cuando se recibe el premio a mejor película sube todo el equipo técnico al escenario. Actores, director, guionistas, encargados de cada área artística, etc. El productor, el verdadero dueño de las películas en Hollywood, es el encargado de dar un discurso y, tal vez, el director, si tuvo verdadera injerencia en el film, también puede llegar a decir algunas palabras. Pero resulta que cuando ganó Bohemian Rhapsody sucedió algo particular. En este caso no subió el director de la película a recibir el premio. Es más, el director no estaba ni siquiera en la ceremonia. No se ausentó por estar enfermo, ni por estar ocupado trabajando en otra nueva producción.

          Se trata del gran director Bryan Singer, conocido por Los Sospechosos de Siempre y las mejores películas de la saga X-Men (X-Men, X-Men 2, Días del Futuro Pasado y Apocalipsis). Parece que en la filmación de Bohemian Rhapsody existieron varias complicaciones. Dicen que Brian Singer se comportaba mal en el set, se peleaba mucho con sus compañeros de trabajo y en un momento se ausentó del rodaje sin avisar. Esto último fue lo que provocó que los productores finalmente decidieran echarlo cuando todavía no se había rodado la película en su totalidad. Luego, Bryan Singer se excusó alegando que había viajado para acompañar a su padre enfermo.  

          Más allá de quién de las dos partes era la que tenía razón, lo cierto es que la película se quedó sin director. Algunos dicen que llamaron al actor Dexter Fletcher para que ayude a terminarla. Y aunque Brian Singer acabó quedando en los créditos, lo que seguramente ocurrió es que los productores terminaron haciendo la edición final.

          Por eso cuando se va a ver Bohemian Rhapsody se descubre rápidamente que es una película mala. Está desordenada, abandonada. Es cursi, obvia y tonta. Está fuera de ritmo y se manejan mal las elipsis. Evidentemente consecuencia directa de lo relatado anteriormente, la falta del director que empezó el rodaje y la fuerte mirada de los productores, simple y efectista. Además Rami Malek, que interpreta a Freddie Mercury, aunque actúa bien, no llega a parecerse un poco. Pero luego, durante la película, sorprendentemente un dulce piano comienza a sonar. Y de manera mágica una melodía suave empieza a fluir por las venas de los espectadores. Luego esa música resuena por todo el cuerpo y después en la sala entera. El sonido Atmos ayuda a que todo estalle en alegría y emoción pura. Es la música de Queen. Difícil no emocionarse si una persona la ha escuchado anteriormente aunque sea una sola vez, y si, además, conoce algo de la vida de Freddie Mercury, fallecido por el virus del SIDA. Así es que en definitiva todo termina emocionando demasiado. Hacia el final se olvida completamente que la película fue en su mayor parte un desastre. Ya a nadie le importa.  

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