Las veredas de los edificios públicos, en sintonía con las particulares: en ruinas

Ni siquiera las aceras que debería cuidar el Estado se salvan de la destrucción. Sin controles ni sanciones, son una carencia urbana

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Si se estableciera un ranking de las peores deficiencias urbanas de La Plata, nadie dudaría en colocar el estado de las veredas entre los primeros puestos de la lista. Y es porque no hay cuadra donde sus sectores peatonales no estén destruidos en algunos metros, lo que no solamente afea por completo el paisaje de una ciudad sino que además lo hace intransitable, sobre todo para la gente con problemas de movilidad, los adultos mayores o los jóvenes padres que trasladan bebés en cochecitos. Llama desde hace tiempo la atención, además, que la mayoría de las aceras en malas condiciones pertenecen a los edificios públicos, muchos de ellos catalogados dentro del patrimonio cultural de la arquitectura platense, y no obstante ese rango, que les otorga un particular valor, se muestran, desde su acceso, muy deslucidos.

Se trata de una falencia nunca resuelta; de un problema endémico de la Ciudad que afecta a la mayor parte del casco histórico, particularmente el microcentro, donde las veredas son sometidas al desgaste de un intenso tránsito peatonal y la rotura muchas veces por parte de las empresas de servicios que no reemplazan en tiempo y forma las baldosas levantadas para intervenciones en las redes. Dentro de ese panorama, a pesar de lo que mandan las normas vigentes, son contadas las sedes de dependencias oficiales que se hacen cargo del mantenimiento de los espacios de circulación de los transeúntes y aún en oficinas de constante ingreso y egreso de público se ven pozos y desniveles que son verdaderas trampas urbanas.

El nuevo código promete multas de hasta $376 mil por no mantenerlas en condiciones

 

La vereda de la Legislatura situada en la avenida 7 (entre 51 y 53); la de la sede central del ministerio de Seguridad de la Provincia (entre 51 y 53); la Gobernación (6 entre 51 y 53); el Pasaje Dardo Rocha (50 entre 6 y 7); el Banco Provincia (del lado de 6 entre 46 y 47); la que rodea la dirección de Cultura y Educación (la manzana de 13, 14, 56 y 57). Esos son sólo parte de los distintos ejemplos de edificios públicos que no renuevan, por años, las baldosas que deben pisarse para ingresar a ellos o simplemente para circular por el lugar. En rigor, hay que agregarle a esa limitada lista decenas de escuelas y jardines de infantes, varios hospitales, dependencias judiciales, comisarías, y las transitadas Estación de Trenes (1 y 44) y Terminal de Ómnibus (4 y 42).

UNA DE CADA CINCO

De acuerdo con el último relevamiento realizado en la órbita de la Comuna, de hecho, una de cada cinco veredas rotas corresponde a dependencias oficiales. Existe una ordenanza, la 10.681, que obliga a construirlas y conservarlas a cada frentista, con la sola excepción de cuando haya sido deteriorada por trabajos realizados por la Municipalidad y/o empresas contratistas de trabajos públicos o privados”. En el caso de los edificios públicos, se sabe, el frentistas es el Estado y según sea la función que cumpla la dependencia la responsabilidad le puede caber al Municipio, la Provincia o la Nación.

Un sitio por demás emblemático, como lo es la basílica San Ponciano (primer templo levantado en la Ciudad) muestra su acceso devastado: la mayor parte de las losas de la vereda están levantadas, con innumerables faltantes. Gran parte de ese estado es el resultado del incesante estacionamiento indebido de vehículos, que suben desde la calzada y con su peso rompen las baldosas.

Hace unos meses se conoció la intención de las autoridades comunales de hacer cumplir la normativa a los frentistas.

Según el proyecto de Código de Convivencia que elabora la administración de Julio Garro, el vecino que no conserve adecuadamente su acera será sancionado con una multa voluminosa que podría llegar hasta los 376 mil pesos.

Habrá que ver, en ese sentido, si a partir de esa nueva legislación se le puede exigir también el mantenimiento de las veredas a los organismos públicos.

 

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