El abc de las pesadillas

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Las pesadillas se clasifican como secuencias de sueños que parecen reales y, a menudo, despiertan a la persona. Son una experiencia compleja, aunque el miedo es la emoción dominante durante este tipo de sueños.

Un estudio reportó que la tristeza, la ira, la confusión, el disgusto, la frustración o la culpa también eran frecuentes en las pesadillas, pero en menor porcentaje.

El estudio, publicado en la revista Sleep, analizó el contenido de 351 pesadillas de adultos y descubrió que el tema más frecuente era la agresión física, seguido de una persecución y la presencia de una fuerza maligna.

Todos hemos tenido alguna vez este tipo de experiencias, pero si las pesadillas empiezan a ser frecuentes durante durante las noches, podría ser un signo de problemas de salud. Se estima que del 2% al 8% de los adultos no pueden descansar porque las pesadillas causan estragos en sus patrones de sueño.

En particular, las pesadillas pueden ser un indicador de problemas de salud mental, como la ansiedad, el trastorno por estrés postraumático y la depresión.

Pero algunas teorías dicen que las pesadillas pueden ser una forma para que nuestros cerebros lidien con recuerdos desagradables y puedan procesarlos. Bajo ese marco, las pesadillas serían parte de un proceso para tratar la parte emocional.

Durante una pesadilla, las emociones y los problemas que encontramos durante el día se convierten en personajes y escenarios que nos ayudan a comprenderlos y a gestionarlos mejor, en aras de la salud psicológica.

Pero no todas las pesadillas son indicativas de un problema de salud mental. Hay que mirar no sólo las pesadillas sino también a otros síntomas. El estilo de vida también juega un papel en lo que sueñas.

Cosas como nuevos medicamentos, cambios de hábitos, estrés o traumas pueden provocar un aumento en los sueños desagradables.

Los problemas respiratorios, como la apnea del sueño o el asma, también están relacionados con las pesadillas.

Comer en grandes cantidades a altas horas de la noche también puede ser la fuente de las pesadillas. Ingerir una comida abundante acelera el metabolismo y aumenta la temperatura corporal. Esto hace que el cerebro esté más activo y, por lo tanto, puede provocar más pesadillas. Un estudio realizado en 2015 por la Universidad de Montreal descubrió que el 9,5% de las personas tenía malos sueños después de haber cenado tarde.

Pero un mal sueño puede ser beneficioso porque el subconsciente alerta de que algo va mal en la vida, ya sea por un problema difícil, ignorado o mal gestionado que necesita atención y corrección.

 

 

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